Capítulo 2. El hombre lobo que no sabía lo que era

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De entre todas las cosas que había sopesado que podían o no ocurrir tras salir del Descanso, jamás me imaginé que ser atacado por un lobo sería una

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De entre todas las cosas que había sopesado que podían o no ocurrir tras salir del Descanso, jamás me imaginé que ser atacado por un lobo sería una.

Debía ser una broma.

La criatura era majestuosa hasta cierto punto, siendo que la luz de luna contrastaba con su lustroso pelaje marrón. Sus ojos eran de un azul intenso y me veían fijamente como un cazador a su presa. Tenía una mandíbula feroz y un par de colmillos que fácilmente podrían asemejarse en tamaño a los míos.

Me gruñía y salivaba como un perro rabioso, con una postura de ataque y sus orejas contraídas. De su hocico emanaba un hilillo de sangre que le recorría parte del pelaje, lo que le daba un aspecto un tanto tétrico y aterrador.

Solté un suspiro y me incorporé con lentitud, devolviéndole la mirada al lobo con el ceño fruncido y sin desviarla. Había una técnica de intimidación que funcionaba en todos los animales y que los vampiros dominaban a la perfección: era una mezcla de contacto y manipulación visual que podía aplicarse un poco a los humanos pero en menor medida.

El lobo me siguió mirando unos largos momentos, mas la técnica no falló y acabó por bajar la mirada y las orejas. Ocultó los colmillos y se echó de estómago contra el césped, apoyando su cabeza contra el suelo y ahora viéndome como un cachorro perdido.

No tardé en darme cuenta de que ese lobo no era realmente como los que llegué a conocer... Es decir, sí, era grande, pero no con la complexión de un lobo adulto, sino más bien el de una cría que apenas está adentrándose a la juventud.

Esto me llamó la atención, especialmente porque los lobos no eran en lo absoluto criaturas solitarias y mucho menos permitían que sus crías anduvieran solas.

Me senté al lado del lobo en cuclillas, preguntándome cómo era posible que yo hubiera llegado a este bajo nivel. Pese a eso, acerqué mi mano a su cabeza y lo acaricié con delicadeza. Solo así advertí que algo le había lastimado las encías cuando el animal bostezó y dejó entrever que la sangre provenía de él y no de alguna pobre víctima; no podía hacer nada, así que lo dejé de ese modo... De actuar, probablemente solo empeoraría el asunto.

Dirigiendo un vistazo a mi alrededor, noté que seguía sin morar un alma por ese bosque, por lo que asumí que no había más lobos de donde este había salido, cosa que resultaba todavía más desconcertante. Al poco rato me aburrí y me levanté del suelo, decidido a irme a recolectar más información sobre esta nueva época.

Sin embargo, me sorprendió darme cuenta que el lobo también se levantó del suelo y empezó a seguirme con las orejas gachas y la cola agitándose de un lado a otro. Seguramente no había hallado a alguien más como yo que hubiera podido someterlo de esa forma.

Me reí entre dientes y me crucé de brazos.

—Al menos alguien sabe apreciar al gran líder del mejor clan de vampiros... —comenté hacia el lobo incluso si no estaba buscando una respuesta.

Las Trágicas Aventuras de Orion y Alka © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora