Capítulo 5. ¿Quién debería volverse millonario?

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Acabé en un motel

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Acabé en un motel.

Al principio, como cabía esperar, no tuve claro lo qué este término implicaba hasta que Alka me llevó hasta allá y me dejó como un perro abandonado.

Las últimas palabras que me dijo fueron algo como "no se te ocurra molestarme por lo que queda del día".

Y si bien yo no era un aficionado a seguir órdenes, lo cierto era que lo dijo con cara de pocos amigos y mortal seriedad. Me pregunté si lo que no quería era que conociera a gente relacionada con él, como su familia o compañeros de trabajo... ¿Acaso no confiaba en mí? Vaya, eso resultaba decepcionante.

Así que ahora estaba ahí, en una habitación pequeña, sentado en el suelo porque la cama no me generaba ánimos de recostarme en ella. Las paredes tapizadas de flores y colores pastel me daban la sensación de que estaba en un sitio decorado por alguien con un gusto deplorable. La habitación solo contaba con la habitación principal, una televisión (porque Alka me había explicado mejor todo esto y ya lo entendía mejor) algo pequeña y redonda delante, encima de un mueble de color oscuro. A un costado había una puerta, detrás de la cual se ocultaba un cuarto de baño. Más allá se repartía un ropero desgastado, una ventana con cortinas polvorientas y una lámpara parpadeante amarillenta en torno a todo el cuarto.

Me sentía como un pobretón estando en ese lugar.

Sin embargo, no había mucho qué decir. No era idiota y, por tanto, era consciente que en este momento sin dinero era como un pez sin branqueas en el mar. Para poder encontrar una posibilidad de hallar un mejor lugar para pasar el resto del día necesitaba un trabajo y, lamentablemente, para encontrar un trabajo necesitaba a Alka.

Solté un suspiro.

Si alguien me hubiera dicho en el pasado que en algún momento mi vida dependería de las habilidades de un hombre lobo, ¡me habría reído no una, sino dos o tres veces! Quizá me habría carcajeado hasta caerme de una silla.

Y ahora estaba aquí.

Pasé una mano por mi cabello con toque de exasperación. Habíamos ido al cine como Alka había dicho, en donde descubrí lo que eran las "películas", y es que, Dios, no me podía creer que pudiera existir algo así. Sin duda, fue algo que me tuvo anonadado durante la hora y media que duró la película; ni siquiera le presté gran atención a la trama, demasiado ensimismado en tratar de entender cómo la habían hecho, ¿sería un hechizo disfrazado de avance tecnológico? O al menos eso pensé hasta que Alka se dio el lujo de presumirme toda la preparación que había detrás de una película, haciendo hincapié en inventos previos como la cámara, las fotografías, vídeos y quién sabía qué más cosas que ya no recordaba.

En otras palabras, me resultaba estúpido cuán lejos había llegado el ser humano.

Pasé alrededor de media hora en silencio con mis propios pensamientos como estaba acostumbrado. Me gustaba estar así de vez en cuando, disfrutando la mejor compañía que podía existir: yo.

Las Trágicas Aventuras de Orion y Alka © [COMPLETA]Kde žijí příběhy. Začni objevovat