~Capítulo unico~

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Una tarde normal.

Un día normal.

Siempre era lo mismo para la chica, todos los días repitiendo el mismo ciclo, despertar, cambiarse, desayunar, ir a la universidad, dar una caminata, regresar a su casa, hacer sus proyectos y tareas, y por último, dormir.

Todo para ella siempre había sido bastante monótono.

Como tal, ella no se quejaba por una simple y yana razón.

Por algo.

Corrección.

Por alguien.

Todos los días, en la universidad, se encontraba un chico que no era como cualquier otro.

El joven al que la chica se refería era uno de cabellos color añil, y al igual que su cabello, sus ojos eran del mismo color solo que levemente más oscuros.

La joven estaba locamente enamorada de aquel muchacho.

Y no era cualquier muchacho.

El chico no es que tenga la mejor reputación que digamos, es conocido por ser inteligente, pero no de la forma atípica, inteligente al hacer sus bromas, y no, no eran las típicas bromas de esconderle la mochila en el baño a alguien, eran un tipo de bromas bien elaboradas, pero, no bien de "bien", estamos literalmente hablando que hacer un mecanismo entero el cuál funciona automáticamente y el cual provocó que el salón de artes quedará completamente lleno de pinturas por aquella máquina, y no solo eso, si no que cuando el profesor abrió la puerta le cayó literalmente pintura blanca en la cabeza, y cuando intento avanzar piso cemento, CEMENTO.

Provocando así que todos se rieran del el, claro, lo expulsaron por varios días, pero nada llegó más lejos.

Las bromas del chico no solo eran proporcionadas a los profesores, si no a literalmente todos los estudiantes de su curso, unos más que otros, y al que mas le hacía bromas era al joven y pobre Tartaglia, el cuál mínimo debía de tener una caja llena de huevos en su mochila.

Por alguna razón, al pelinaranja le parecían sumamente graciosas las bromas que el de cabellos añil le proporcionaba.

Si le preguntas al de cabellos anaranjados si eran amigos, te dirá que el y el joven bromista son muy buenos amigos, se rumora que el joven Tartaglia es masoquista.

Muchos podrían decir que su comportamiento era inmaduro y fastidioso, pero la rubia pensaba diferente, pensaba que todas las alocadas cosas que el joven de ojos añil hacia lo hacían ver bastante lindo.

La rubia caminaba por los pasillos de las instalaciones entrando así a su salón.

Cuando ella entro busco con la mirada algo y al parecer encontró lo que buscaba.

La rubia vio al de cabellos añil el cuál fue caminando a dónde estaban sus amigos.

La de mechas largas lo observó y fue corriendo hacia el para así sorprenderlo con un abrazo por la espalda.

-¡Scara!- Exclamó la rubia con alegría mientras se apegaba a la espalda del chico.

El joven se sobresalto cuando sintió a alguien presionando se tras el, y cuando volteo vio como la rubia lo miraba con una sonrisa.

El chico vio a todos lados viendo como todo el aula se habían quedado callados mientras los observaban.

El de cabellos añil la aparto secamente y se alejo de ella ignorando las breves risas que sus amigos soltaban a modo de burla al ver el rostro enrojecido de su amigo.

Para la rubia, aquello ya era costumbre, y no le molestaba.

Bueno ¿Recuerdan que les dije que el joven bromista le hacía bromas a todos y a todas?

¡CUTE! [ Scaralumi ] 18+Donde viven las historias. Descúbrelo ahora