Capítulo 27

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Madeleyn trabajaba arduamente más de lo normal para demostrar que era apta para el puesto de CEO, al igual que sus primos que no pensaba quedarse atrás. Los 5engranjes estaban compitiendo, los cinco estaban dejando a relucir sus mejores habilidades. Esto había impedido que Madeleyn y Leo se vieran con tanta frecuencia.

Leo no quería decirle a Madeleyn que pronto se iría por mensaje, por lo que tomó la decisión de ir a la automotriz a hablar con ella.

Al llegar Leo se registró y con ayuda de Mateo pudo ingresar sin ningún problema. Al salir del ascensor, Leo encontró rápidamente a Madeleyn, pero lo que vio no fue de su agrado.

Madeleyn se encontraba furiosa con un hombre que fácilmente le doblaba la edad. Había perdido la compostura totalmente, se encontraba gritándole en la cara sin importarle quien la escuchara.

Leo se acercó a ella con la única idea en su cabeza de que tenía que detenerla.

–¿Maddy?

Madeleyn volteo hacia la dirección de Leo intimidándolo hasta él se sentía pequeño ante los ojos enojados de Madeleyn.

–Ahora no –dijo volteando de nuevo al señor añadiendo –te vas a arrepentir por lo que hiciste, no pasara por alto, utilizaré todo lo que esté en mi alcance para que te arrepientas el resto de tu vida –amenazó Madeleyn.

–Disculpe señorita, pero no comprendo su reacción, yo no he hecho nada malo –se intentó defender ante Madeleyn.

–¡No te hagas el tonto! –lo interrumpió Madeleyn –sabes bien lo que hiciste...

Leo empezó a notar como todos los empleados alrededor empezaron a cuchichear alrededor, por lo que creyó que lo más prudente era llevársela. No dejo que terminara la frase y se la llevo de la muñeca utilizando todas sus fuerzas para que cediera al caminar. Leo La condujo a su oficina.

–Pero que ¡carajos!, ¿Por qué me trajiste a la oficina?, como se te ocurrió avergonzarme así ante todos –exclamó furiosa.

–Tu solita te estabas avergonzando, gritando frente a todos.

–Me avergonzaste arrastrándome hasta aquí sin ¡mi autorización! Estaba arreglando un asunto muy importante.

–¡En serio! Y tienes que recurrir a la humillación en público en lugar de hablarlo en privado –dijo Leo molesto por cómo le estaba hablando.

–Discúlpame, pero en serio pienso que si alguien no tiene respeto hacia sus compañeras de trabajo no merece el mío. Al hombre que defendiste de una humillación pública estaba acosando a una compañera y querías que me quedara callada. Tal vez debí dejar que terminara de meter su mano bajo su falda y luego hablar con él –dijo con ironía.

Ahora Leo estaba perplejo, no se imaginaba que algo parecido estuviera ocurriendo y desatara la furia de Madeleyn por la explicación pudo volver a calmarse, pero Madeleyn seguía llena de furia que no se apaciguaría fácilmente.

–Aparte de defenderlo trayéndome aquí me has avergonzado frente a todos, diste a entender que no tengo juicio propio para juzgar a alguien, que me controlas bajo las sombras, que al ser mujer no puedo tomar decisiones.

–Vamos Maddy, tú sabes que eso no es cierto –intentó apaciguar su ira.

–¡Sabes cuánto me ha costado conseguir el respeto que tengo!, para que tú vengas y en nada hagas que lo pierda.

–Maddy esa no era mi intención...

–Y porque me sigues llamándome Maddy –reclamó.

La furia le estaba jugando mal, sabía que era un tema que tenía que hablar con él tranquilamente, pero no pudo hacerlo. Desde que estuvieron en México se había estado preguntando ¿Por qué no la llamaba Margaret? Acaso no le gustaba como era Margaret y por eso se aferraba tanto a Madeleyn.

Leo estaba impactado, él no veía ningún problema para que se lo reclamara.

–Todo este tiempo me has nombrado Maddy o Madeleyn jamás me has nombrado Margaret.

–Maddy sabes la razón por que no utilizo ese nombre...

–Ni cuando estuvimos en Mérida lo utilizaste. Jamás me has llamado por mi nombre.

–Maddy es solo un nombre.

–Lo que te molesto allá afuera es algo que haría Margaret sin dudarlo.

–Maddy...

–Desde que nos volvimos a ver siempre actúe como Madeleyn, la única vez que actúe como Margaret fue en Mérida y solo viste mi lado frágil, el que poco conoces lo que hice allá fuera era sin duda alguna Margaret.

–Solamente fue la furia hablando de ver una posible injusticia.

–Margaret y Madeleyn. Soy las dos, es normal que cualquiera de ellas salga a relucir. Madeleyn no puede ser siempre la gran mujer de negocios y Margaret no puede ser siempre la ingenua y alegre. Soy ambas y no pienso reprimir a ninguna, si no puedes aceptar ninguna vete de una vez –exclamó Madeleyn.

La oficina quedó en silencio al lanzar su advertencia.

Leo no se encontraba para nada pasible. Le había dado un ultimátum.

La tranquilidad que siempre lo había caracterizado se había esfumado. Los reclamos de Madeleyn sin sentido para él habían hecho que él también se enfadara. Sabía que era un malentendido, si quería solucionar las cosas rápidas tenía que quedarse, pero al igual que ella no estaba pensando con la cabeza fría, así que después de un largo silencio él salió de la oficina.

Sin decir, una sola palabra se fue.

Salió sin decir ni una palabra.

Solamente se fue sin voltear atrás.

El orgullo de las personas a veces nos impide pedir disculpas después de un ataque de rabia. Después de habernos equivocado nos es tan difícil pedir una disculpa y dejamos que las personas vivan con la herida o la culpa en ellos.

Y el mismo orgullo nos impide regresar.

CONTRATOS [Terminada] SAGA CONTRATOS ADOPTIVOS LIBRO lWhere stories live. Discover now