Mito

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Un hombre que pasaba sus horas, minutos, segundos… días aburrido por los caminos en Chaldea.

No mentiría que jamás en su vida había visto personajes tan inmensamente interesantes y extraordinarios en tan solo un lugar.

Pero esto le estaba comenzando a aburrir, todo era lo mismo, algunos con finales felices, otros trágicos y… solo eso y nada más.

Era solo un escritor como a la vez un observador, si podría considerarse así.

Pasaría sus horas hablando con Andersen si el tipo no estuviera siendo acosado por una dama loca.

El hombre cansado debido a una misión con su maestra que extrañamente lo llamó a observar.

Siendo emparejado por un par de personas peculiares, un santo y una reina.

Bastante irónico la verdad.

Abrió la puerta de su habitación, se sentó en su asiento y suspiró.

Necesitaba algo para inspirarse, la vida sin una historia entretenida no era nada más que una pérdida de tiempo en la cual uno se perdía.

“Inspiración”

Por ahora necesitaba un descanso.

Cerró los ojos por un momento pensando en esa misma palabra hasta quedarse perdido en un sueño.

Esto era extraño, un servant no debería de tener sueños.

El páramo desértico con montañas y el sol brillante iluminando todo.

Vio que por un camino pasaba un hombre con una armadura peculiar montando su caballo dirigiéndose a un ejército con la misma armadura y capa roja.

El hombre se detuvo hasta encontraste con otro que estaba delante del ejército.

—Mi general, la princesa está a unos kilómetros de aquí siendo escoltada por sus guardias.

—Hiciste muy bien, muchas gracias por la información, —el hombre de cabello blanco con una banda de metal puesta en su cabeza, ojos dorados dirigió sus palabras al informante y luego volteó a mirar a sus soldados—, bien todos nosotros vamos a adelante a recibir a la princesa.

El general fue a la delantera mientras los demás siguieron su ejemplo asintiendo con un grito.

El hombre de pelo anaranjado luego apareció en otro lugar, era el mismo ambiente desértico pero esta vez estaba viendo desde lo alto de un monte a un carruaje junto con guardias de armadura negra en las cuatro esquinas del carruaje que era llevado por caballos.

Uno de los hombres del ejército de rojo, fue personalmente yendo a entregar un rollo a la persona que estaba dentro del carruaje.

Miró atentamente a la supuesta princesa y abrió los ojos con sorpresa su parecido con esa reina de Asiria.

No sabía que estaba pasando con él, pero esto era algo nuevo.

Una especie de teatro por supuesto.

La mujer que estaba dentro del carruaje.

Un cabello bien peinado color negro, ojos dorados y vestía un vestido digno de una princesa china.

Sin duda era hermosa, el hombre de pelo anaranjado luego miró a otro lado y vio como otro hombre estaba viendo a la misma mujer pero con una mirada más intensa que la suya.

Una mirada de un hombre enamorado.

El escritor sonrió, al parecer esto podría tratarse de un sueño en la cual está habiendo un desarrollo romántico.

Un sueñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora