1-Despertar.

21 4 8
                                    

Francia/París-1891.
Minerva Analle Dmetri.

El sol que apenas y puede calentar, se cuela a través del cristal frío de la ventana. Todo es simplemente común, familiar, algo que conozco a la perfección, algo que mi cuerpo conoce a la perfección. Escucho el revolotear que emiten las alas negras de los cuervos, y al girarme para ver la ventana todos vuelan huyendo de mi observar, sin embargo aún queda uno, quizás el más osado de todos; picoteando el cristal suavemente como si se tratase de algún tipo de fuerza desconocida para él.

Hago un ademán de manos acompañado de siseos para que se largué de una vez por todas, pero el cuervo solo me observa con sus profundos ojos negros, que de alguna manera se me hacen exageradamente preciosos, algo singular ya que para otros éstos les causan repulsión por el miedo, provocado gracias a la ignorancia de aquellos que no puede admirar la verdadera belleza. O al menos así lo creo.

Gotas de sudor frío bajan por mi cien hasta caer en mi busto y mis labios tiemblan con mis manos aferradas a las sábanas de la cama. Alguna lágrima se asoman a mis ojos y termina por lanzarse al vacío y caer desde mi mentón.

E tenido un mal sueño, uno donde había mucho fuego... Pero no estoy segura de donde e sacado tal imaginación. No soy de las personas que sueña seguido o incluso, podría decir que no sueño nada. Y quizas eso es... extraño para los demás.

Siendo sincera me siento enjaulada como una exótica ave de exhibición en un circo con otros fenómenos. No soy capaz de sentir como los demás. No soy capaz de expresar con orden lo que siento y quizás eso sea malo.

Me incorporo bajando las piernas por el costado izquierdo de la cama. Al colocar los pies sobre el helado suelo siento como cada vello de mi cuerpo se eriza con el frío de éste. Poco a poco decido levantarme del todo y caminar hacia el armario al otro lado de la habitación, no sin antes pasar por frente de la cómoda y su gran espejo.

Me quedo helada y confundida al ver mi cuerpo desnudo y pálido, mi cabello caer por mi espalda casi hasta las rodillas y lo blanco que es; hay sangre seca que permanece en todo el contorno de mi cabello y baja por mi oreja hasta el cuello. Los raspones en mi brazo izquierdo, el hematoma al rededor de una herida abierta en mis costillas bajo mi seno y otra herida palpitante en mi muslo y parte de la pantorrilla me hacen preguntarme que me pasó. Giro para quedar de frente al espejo que me muestra una aterradora, pero hermosa, pintura de mi persona.

Tengo salpicaduras de sangre seca en todo el rostro que pintan con algo de elegancia terrorífica mis labios palidos. Mi mano derecha esta cubierta del color más rojo que había visto hasta el momento, mancha que cubre hasta mi codo.

Un tanto asqueada y con el corazón latiendo rápidamente dentro de mi pecho, bajo la mirada a mis pies que no eran visibles en el reflejo de mi cuerpo. Encorvo un poco mi postura para ver por debajo de mis pechos mis pies sangrientos. Subo la mirada de nuevo a mi rostro y noto algo más...

Sonrío.

Pero no soy yo quien lo hace. Es mejor dicho, el recuerdo de la noche anterior a esta mañana, el recuerdo de mi rostro sonriendo frente al espejo entre la oscuridad de las sombras y algunos rayos de luna que se colaban por la ventana.

El recuerdo quiere acudir a mi pero lo espanto en el momento en que no puedo soportar más el extraño pero fuerte dolor de cabeza que me hace caer de rodillas al suelo. Grito y comienzo a llorar como una niña estúpida y mimada, la peor versión de mí misma por supuesto. Tengo algún tipo de "ataque", de esos no muy comunes. Precisamente son de esos en que pierdo toda mi identidad y solo queda una persona tan débil como un castillo de naipes. Por supuesto, lo más denigrante que me puede pasar a mi.

Snow Girl <Sugestión> [Parte 1]Where stories live. Discover now