2-Poder.

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El poder era algo que solo parecía pertenecerle a los hombres. En una época donde la mujer era tan poco valorada... Época donde las mujeres solo debían cocinar, limpiar, bordar, coser y criar a los hijos, sin nombrar el matrimonio en contra de su voluntad. Las mujeres solo formábamos parte irrelevante en el mundo. Nuestro único deber debía ser vernos lindas, posar y caminar erguidas al lado de nuestros padres, hermanos o esposos. Pero mi núcleo familiar era distinto, algo revolucionario que solo una pequeña, casi imaginaria población, aceptaba.

Yo me encuntro de pie frente a la mesa, las sirvientas regresan a su postura habitual para retirarse en fila por una de las puertas poco visibles en el salón. A mi lado pasa María y el chico, ambos toman asiento y esperan con miradas fijas en algún punto de la mesa, para que me siente con ellos. Al otro lado de la mesa se encuentran un hombre rubio idéntico a María y alguien más, alguien que por alguna razón me parece ver por primera vez a la cara. Su cabello blanco, su piel pálida, sus ojos azul oscuro y sobre todo, esa sonrisa que parece perfecta pero que por alguna razón tengo entendido, es falsa.

_Sobrina... Por favor toma asiento y comparte con nosotros el desayuno que hizo Noé. -la voz de este hombre albino me causa la necesidad de seguir su orden a pesar de que estoy completamente en contra-

Así que tomó asiento donde María y aquel hombre de dejan una silla por medio.

_Gracias tío. Se que tarde mucho en bajar y pido disculpas al respecto. -intento sonar coherente y casual, con mucha elegancia pues tengo toda la intención de ser arrogante en este momento, así que en realidad llegó a sonar sarcástica y algo altanera-

_Con su permiso... -dice de pronto el chico de cabello castaño- ...Me retiro.

_No has comido nada... -se adelanta a decir María antes que el hombre albino pueda decir algo-

Sin embargo el chico ignora las palabras de María para dirigirse directamente al cabecilla.

_Padre, me e... Lastimado el hombro tratando que la señorita no cayera por las escaleras. Sabes bien que manejo el dolor pero... Ya se está volviendo insoportable y la verdad, en este estado no se me apetece comer. -informa este recalcando la palabra "señorita" con un poco más de fuerza-

Y se que se refiere a mi, y que indirectamente me está acusando. Aunque realmente no me importa un bledo.

En estos momentos tengo la paciencia de un rey frente a las peticiones de un sirviente... Nula.
No quiero escuchar reclamos estúpidos o peticiones estúpidas, mucho menos buscar prestarle atención a los lloriqueos de un mocoso como Roy.

_Roy, hijo, en mi habitación se encuentran algunos artilugios y medicinas para que puedas recuperarte. Ninozka te acompañará y vendara tu brazo si lo crees necesario, -hace una pequeña pausa para masticar su comida- si no mejora yo mismo voy a atenderte.

Hago una mofa mental imitando la petición de Roy y la manera en que su "padre" le habla. Realmente estoy de un humor... Delicado.

Un recuerdo cercano pasa por mi mente en el momento en que Roy se levanta de la silla aún sosteniendo su brazo de manera disimulada.

"¡Maldita sea! ¿Que crees que hacías tratando de apuñalarme?"

Estaba confundida. Yo... había intentado apuñalar a "Roy" o como se llame, realmente aún no recuerdo su nombre o si realmente ese es su nombre; pero lo que si sabía era que esa conducta, por muy desmemoriada, cansada, molesta e irritada que esté, no es propia de mí.

Roy me observa fugazmente a los ojos. Yo le regaló un: "déjame en paz" y él un: "vete a la mierda".
Si, muy típico de nosotros dos.

Ninozka, una de las sirvientas, una mujer gorda que pisa con cautela los 50 años; se apresura con calma fingida hasta Roy para posar su mano en su espalda y guiarlo por el pasillo con dirección a la segunda planta de la mansión.

Snow Girl <Sugestión> [Parte 1]Where stories live. Discover now