5-Visitas Inesperadas.

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Minerva Analle Dmetri 1890
(4 meses antes de la reunión con los Petit)

Es temprano. El sol como siempre se cuela por las cortinas haciendo mi tarea de seguir durmiendo, una de las más difíciles.

Toda la noche la pasé con fiebre alta. Dos de las sirvientas, Noe y Amanda, se han encargado de mantenerse despiertas a mi lado y preguntarse a escondidas, si moriré o no. Pues mi delicado cuerpo, respecto a enfermedades se refiere, sufre todo los años con la llegada de el invierno, pero claro, Noe y Amanda son nuevas cuidando de mi.

Han comentado que en los periódicos que trae Luis, se divulga una llamada "peste negra" razones por las cuales, ahora piensan que moriré en alguno de sus descuidos.

Sinceramente, hay mucho frío, por lo que mi cama parece la guarida de algún tipo de duende y yo soy el duende envuelta entre todos los edredones.

Noe y Amanda salen corriendo al ver como la fiebre comienza a subir nuevamente, por lo tanto irán a buscar más agua y más compresas para aminorar la temperatura.

Por lo que me vuelvo a quedar sola en mi habitación por vigésima vez en lo que se lleva de día, contacto desde la media noche.

Una vez la puerta se cierra tras el sonar de sus tacones bajos. Me libero de mi cueva de edredones y me bajo de la cama.

El frío de la cerámica bajo mis pies es estridente, por lo que despido colocarme las zapatillas. Una vez estoy lista para enfrentar está batalla, me dispongo s levantarme de un solo impulso, quedado de pie y muy erguida.

Pero tan rápido como me e levantado, todo el peso de mi cuerpo se viene abajo justo al costado equivocado y menos conveniente para mi. Justo al frente.

Lo primero en tocar el suelo son mis nalgas y luego mis manos y por último mi mejilla derecha. Y e de confirmar que las sirvientas hacen muy bien su trabajo lustrado los pisos, realmente están muy aseados.

_¿Sé supone que estás besando e suelo? -la pregunta proviene de una voz gruesa y ciertamente familiar-

_Ño... Solo etoy vienño que tan bueñas sonñ las sirvientañs lustranño los piños... -le respondo de manera sarcástica-

_Oh, ya veo. Entonces las vas a despedir ¿O qué? -pregunta nuevamente con las clara intenciones de dejarme aquí tirada-

_Doy, soloñ añudame ¿siñ?

Roy finalmente niega lentamente con la cabeza, sonriendo como si del mejor chiste se tratase. Extiende su mano hacia a mi y yo la tomo subiendo como estoy tan débil que apenas y puedo colocarme de pie.

Por tercera vez en todo lo que lleva de día, contando desde la media noche; Roy me está cargando para llevarme a la cama. Mi suave pero tortuosa cama. Prisión de mi cuerpo tembloroso y débil.

_Gracias por ayudarme. -admito y las palabras saben a tiza molida en mi lengua-

_De nada. -responde sin mas-

Nos quedamos en un silencio incómodo durante unos segundos.

Últimamente hemos sido más cercanos de lo que normalmente lo somos. Todo se debe a nuestra nueva costumbre nocturna de pasar horas hablando de cualquier cosa en la azotea.

Snow Girl <Sugestión> [Parte 1]Where stories live. Discover now