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42: Hiperventilación.




Sentía el sudor correr por mi frente, tanto mis pulmones y piernas gritaban que me detuviera y pudiera respirar. Aún así, no me detengo, pedaleo hasta el final, siguiendo aquel auto gris que no se había percatado de mi presencia. Esperaba que siguiera así, y si llegara a verme, esperaba que al menos Dios sí estaba arriba mirando aquel acto tan cobarde, que me diera fuerza para poder enfrentarlo en medio de la noche.

Tanto mi mente y mi estado físico se sentían exhaustos. Pero no me detengo. Tenía que hacerlo al volver a oir su conversación hace unos minutos atrás.

ㅡ¿Esta noche? Nos vimos hace unas semanas atrás...tienes que entender que no puedo ir cada vez que quieres...ㅡ su voz se iba disminuyendo, terminando en un susurro que al final, no pude distinguir lo que decía.

Pero estaba seguro de algo, esto se trataba de sólo una cosa. En el teléfono definitivamente se dirigía a su amante.

Y es por eso, que en el frío de la noche que caía más y más sobre mí como una manta, no me detenía. Porque era el momento de darle fin a esto. Enfrentarme con la verdad y dejar mis miedos atrás. Ejerciendo más fuerza en mis manos, observo como los nudillos comienzan a tornarse blanco mientras apretaba fuertemente el manubrio,

Por el viento frío, mis mejillas y nariz estaban congeladas y en el silencio de las calles a esa hora de la madrugada, me sorprendo que de pronto todo se volvió más ruidoso y transitado. Estaba tan ensimismado pedaleando como un ciclista profesional que no me había dado cuenta al lugar que había llegado.

Clubes y discotecas estaban abiertos por todo el lugar. Sentía náuseas de pensar que estos lugares recurría mi padre todas las noches.

Me entraba la cólera al haberlo escuchado decir y denigrar lugares a los cuales él parecía disfrutar a costa de mi madre y la mía.

Frenando unas cuantas calles atrás de él, apoyo mi pie en el pavimento y veo el auto de mi padre estacionarse cerca de un club.

Respirando con dificultad, me quito el sudor con mi antebrazo y le doy una mirada inquisitiva alrededor con sigilo, varias personas ebrias salían del club, algunos caminaban alrededor y en ello, veo a mi padre entrar siendo ya al parecer un recurrente en el lugar.

Me sentía idiota esperar que no lo hiciera al último momento. Me sentía ingenuo al tener tales ilusiones en este momento de mi vida.

Al parecer, sigo siendo un idiota.

Soltando una leve risa patética, me mantengo en alerta, no conocía este lugar y parecía también al límite para entrar a la otra localidad. Entonces me preparo mentalmente y dejo atrás al tonto Taehyung, dejo atrás al excelente chico, al perfecto Kim para finalmente ser fuerte.

Determinado, veo a lo lejos un callejón entre dos edificios, me bajo de la bicicleta y me dirijo a ese lugar que definitivamente olía a muerte. Arrugando mi rostro, me cubro mi rostro con mi antebrazo mientras me acerco a un bote de basura y dejo la bicicleta apoyada en la pared con la vaga esperanza que nadie me la llegase a robar, salgo de ese lugar rápidamente tomando una profunda respiración en cuanto el aire más limpio me trasmite alivio.

Teniendo en la mira el club, camino hacia el lugar, odiando el comenzar a titubear. No conocía estos tipos de lugares, no sabía qué cosas me encontraría una vez esté adentro y lo poco que había escuchado de ellos, sabía que no era nada bueno, pero mi máxima preocupación ahora era: ¿Cómo entrar? Veo en la puerta a dos hombres que resultaban ser los guardias, eran un poco altos y obviamente se veían intimidantes a la vista.

Mientras me acercaba ya sentía la música, el ambiente que me esperaría una vez ahí adentro y arrugo mi rostro. El olor a cigarro, a perfume y vómito. Ya sentía miedo de que algo me llegara a pasar, definitivamente yo no pintaba en un lugar como este y los Guardias lo notaron cuando cambiaron su expresión a una mucho más ruda.

⏤͟͟͞͞  JUDAS ✔Where stories live. Discover now