Capítulo 11. Momentos antes de la tragedia.

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El olor de la sangre de Math nos había llevado hasta un sendero olvidado por toda deidad y criatura

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El olor de la sangre de Math nos había llevado hasta un sendero olvidado por toda deidad y criatura. Se veía como el tipo de lugar en donde asesinaban a los personajes protagónicos de una película de terror (y sí, ya podía decir eso por experiencia. Últimamente ese tipo de películas no abandonaban los canales de la televisión).

Estaba hasta lo más escondido y alejado, metido en lo recóndito de una carretera que se desviaba en un bosque hacia la izquierda. Llevábamos media hora caminando por ahí, con las suelas de nuestros zapatos haciendo crujir las hojas secas, nuestras cabezas esquivando ramas bajas y nuestras ropas siendo sacudidas por el repentino y gélido viento.

—¿Qué crees que encontremos cuando lleguemos? —preguntó Alka de forma abrupta. Había permanecido en silencio todo el trayecto y ahora tenía el semblante ensombrecido por las hojas de los árboles que hacían un pequeño techo por encima de nuestras cabezas. Se oía el cantar de los grillos a la distancia y no se percibía la existencia de algún alma millas a la redonda; y miren que eso también aplicaba para las otras dimensiones, cosa que era todavía más inquietante.

—Es difícil predecirlo —murmuré, sin atreverme a subir demasiado el volumen de mi voz ante la idea de que, incluso si no veía ni oía a nadie, hubiera alguien siguiéndonos desde la distancia—. Pero míralo de este modo, eres popular y alguien te quiere entre sus filas.

Traté de sonar optimista, pero eso era, en realidad, imposible. No me gustaba pensar que la comunidad sobrenatural se había desviado de mí a propósito y ocultado para no ser hallada. Y en cambio, habían secuestrado al hermano del chico para atraerlo.

No lo entendía. De verdad que no.

Alka me miró con el ceño fruncido.

—Eso no es agradable —contestó.

—No dije que lo fuera.

Ambos seguimos caminando en silencio otro par de pies. Hubo un montón de pensamientos revoloteando por mi mente, y empecé a pensar en las cosas que había vivido últimamente. Parpadeé y miré las otras dimensiones.

Me inquietó darme cuenta que en ese lugar en particular había una mayor fuerza de criaturas sobrenaturales.

Se lo comenté a Alka, y él me vio con visible inquietud.

—¿Qué tipo de criaturas? —indagó.

—Si dominaras tu visión sobrenatural, lo sabrías...

—Orion —gruñó Alka. No hacía falta decir que no estaba de humor para escucharme.

Suspiré.

—Criaturas como fantasmas pelusas y así —expliqué—, no son dañinos, pero es raro que haya tantos por aquí.

—¿Qué diantres en un "fantasma pelusa"?

Me encogí de hombros. Era difícil de describirlos, porque aun tratándose de un tipo de visión diferente, no había una manera de poner en palabras las apariencias de estas criaturas.

Las Trágicas Aventuras de Orion y Alka © [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora