única parte.

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La calidez cubre la llanura del campo, los girasoles tornan en dirección a la luz. La casa con techo de madera cada vez está más cerca. Las nubes son tan claras como el fino recuerdo de la última vez que vino. El camino de tierra tiembla bajo los neumáticos desgastados que lo presionan.

Julián sonríe cuando ve a sus abuelos sentados en el porche. Se baja del auto con pasos ansiosos, y corre hasta sentir la calidez del cuerpo de un familiar que ha extrañado por mucho tiempo. Su abuela le da besos en la mejilla que lo llenan de amor y recibimiento. Habían pasado muchos años desde la última vez que un verano se sintió tan entrañable.

Cuando su padre se despide de todos después de discutir algo con su abuelo, algo que Julián no pudo entender, el hombre vuelve a su viejo camión y se encamina de regreso a la urbe, donde las vidas son agitadas, y el aire llena de humo los pulmones.

Camina hasta la habitación que lo recibirá por los próximos 3 meses. Inmaculada, ordenada y decorada con mal gusto, sin embargo, es la misma que está llena de recuerdos. Su niñez estuvo repleta de recorridos por el prado de girasoles, escondiéndose entre los matorrales de maíz y ayudando a su abuelo a alimentar a las gallinas.

Respira hondo cuando abre la ventana e inhala el aire puro que se respira. Aún el sol brilla en su máximo esplendor, y el viento sopla haciendo que las hojas de los árboles bailen. La vista es maravillosa, como siempre la ha recordado.

5 años han pasado desde la última vez que vino. Fue sólo una visita efímera en navidad. Comieron la carne fresca de un chancho, y grandes cantidades de alimentos procedentes del maíz que habían sobrado de la última cosecha. Fue dulce, y caluroso, aún recuerda el sabor de la mazorca entre sus dientes y de las risas que se llevaron al notar el resto amarillento que había quedado entre sus incisivos.

Está feliz de volver.

Después de guardar sus pertenencias, decide ir a ver a su abuelo, quien está afuera podando la maleza del jardín trasero. El sudor cubre las arrugas de su rostro, sus manos enguantadas están llenas de tierra cuando le dice a Julián que lo ayude.

Tijera, malas hierbas, clorofila y el olor de la naturaleza. Las hormigas se suben a su mano cuando se tarda demasiado en retirar un yuyo de la tierra. La sacude para deshacerse de ellas hasta que una muerde su blanquecina piel y ahora tiene una pequeña marca rojiza.

Puede admitir que hasta estas pequeñas cosas las ha extrañado.

"La vida que nos rodea te da la bienvenida".

Es lo que dice su abuelo entre una risa silenciosa. Julián le corresponde con labios arqueados.

Cuando su espalda comienza a doler, y sus músculos comienzan a sentirse agotados, es hora de volver a casa junto al sol que se esconde detrás del horizonte. Sólo lleva unas horas allí, pero sus manos comienzan a perder su suavidad, o tal vez sólo es su mente dispersa llena de irrealidades y falacias. Pasos pesados vuelven a pisar el suelo de roble, y luego la alfombra con patrones descoloridos.

El agua sale templada cuando abre la regadera. Los dedos de sus pies se encogen. Se lamenta de no haber prestado atención a su abuela cuando le dijo que la tibiez tardaría en hacerse presente.

La cena es silenciosa, pero agradable. Lo único que le dicen a Julián es que hay un nuevo vecino.

"Un joven. Rubio. Viene todos los días. Nos ayuda a alimentar a los animales y a recoger la cosecha".

Su abuelo le recomienda irlo a ayudar por la mañana. "Antes de que el sol recuerde su camino. Y después de que los gallos avisen a los girasoles".

Cuando toca la almohada cae profundo en un sueño lleno de paz y colores amarillos.

girasoles / erlianHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin