❝You❞

144 12 26
                                    

El cielo era adornado por cenizas y las inmensas nubes. Por eso el ambiente era uno en donde se notaba la ausencia de la felicidad.

Todo un pueblo estaba reunido en la plaza. Todos con trinchetes o antorchas entre sus manos, y abriendo sus bocas únicamente para insultar con todas las fuerzas que creían poseer. En donde anteriormente hubo una estatua, se podía observar un palo de madera en su lugar. Dicho palo tenía atado a un hombre, teniendo cabellos negros iguales a la ceniza, camiseta blanca y pantalón marrón oscuro. Debajo suyo, resplandecía una poderosa llamarada que lo único que buscaba era comérselo vivo.

La mirada oscura de ese hombre estaba enfocada en una figura de capucha roja, que se desvanecía del público poco a poco, sin dejar de ver como ese hombre era consumido por el arrasador fuego.

La mirada oscura de ese hombre estaba enfocada en una figura de capucha roja, que se desvanecía del público poco a poco, sin dejar de ver como ese hombre era consumido por el arrasador fuego

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Honestamente, Light nunca creyó en nada en su vida.

Corrección, no había creído en nadie en todo lo que llevaba vivo. Sus ideas siempre habían sido guiadas por el mismo, al igual que sus ideologías y sentimientos. Todo en lo que él creía era dictaminado por su persona, nunca había un tercero que interfiriera en esas cosas. Light siempre fue autónomo en ese sentido, nunca hubo un alguien que lo dejara influenciar. Ni siquiera gente como Yamamoto o su padre.

O bueno, eso se consideraba parte del pasado, ¿no?

Eso había cambiado desde L había aparecido en su vida. Ahora no era solamente él quien decidía lo que iba a hacer a continuación, no, L se había vuelto una parte fundamental en su toma de decisiones. No podía hacer cierta cosa con L a menos que él la aprobara, mucho menos podía decir con ligereza lo que hacía L, tenía que elegir las palabras correctas para hacerlo. Palabras que, claramente, eran elegidas por L antes de que se le ocurriera abrir su boca. Tampoco podía usar ropa casual en el momento que su jornada laboral empezaba, tenía que usar ese traje ridículo que recordaba a un sirviente cada vez que trabajaba. Nunca se imaginó vistiendo algo tan estúpido como eso.

Pero eso era lo que significaba ser uno de sus seguidores, ¿no es así?

Pudo haberse negado en un principio, sí, pero la paga mensual que L le daba era de todo menos rechazable, más aún considerando el hecho de que su padre se había jubilado. Alguien necesitaba ser la fuente de dinero en su casa, no podía dejar ir esa oportunidad así como así.

Esa mañana era como las otras. Se levantaba, se vestía, desayunaba y se iba a trabajar. El punto de encuentro era una casa situada en una arboleda que, pese a aparentar ser pequeña desde el exterior, era mucho más espaciosa de lo que se imaginaba. Su sala de estar tenía el espacio suficiente para albergar por lo menos unas 20 personas, pero ese día solamente se encontraban alrededor de unas ocho -contando a L, serían unas nueve-. Algunas como Matsuda e Aizawa ya las conocía, pero aún trataba de acostumbrarse a la presencia de algunos como Near, Matt o Mello.

-Buenos días -saluda el hombre de cabellos negruzcos-, me alegra verlos a todos aquí.

Quiso decir un "también nos alegra verte, L", pero eso sería hablar por los demás sin su consentimiento-. ¿Vienes a reportarnos algo? -en su lugar, decide hacer una pregunta.

You || LawlightWhere stories live. Discover now