Capítulo 12. ¿Este es el final?

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Tener el medallón en mi cuello era como sostener el peso del mundo en mis hombros

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Tener el medallón en mi cuello era como sostener el peso del mundo en mis hombros.

La luna ya se estaba alzando en el cielo. El color sangre y rojo la teñía y le hacía parecer que alguien había puesto un enorme filtro delante; la luz se proyectaba a través del ventanal y alcanzaba a cubrir parte de mi cuerpo... Quemaba como si fuera fuego.

He aquí un dato sobre los vampiros: la luz del sol no nos daña (o, como a los seres humanos, al menos no la exposición normal y no una prolongada), pero hay algo en la iluminación que emite la luna roja que lastima, ya sea que estés expuesto a ella o no y, por razones de sobra, era aún más doloroso estar bajo ella.

Shevon sabía eso.

Y, como bonus, vi a Alka transformarse a mi lado.

Y ahora les doy un dato sobre los hombres lobo: la luna roja no les hacía daño, mas sí lograba quitarles un cabal o un tornillo de su mente. Los volvía como perros rabiosos... y miren que eso no era muy distinto a como era Alka normalmente en las noches de luna llena.

En otras palabras, los volvía locos.

No vi a detalle la transformación del chico, pero era obvio que Shevon ya lo veía venir. Ella aplaudió y sonrió.

—¡El jefe estará encantado contigo, chico! —exclamó, ya sin prestarme atención a mí (sin embargo, podía advertir las miradas que me dedicaban unos vampiros a mi lado derecho, atentos a cada movimiento que yo hacía)—, ¡no puedo esperar a presentarte con él! Verás que tu vida será mil veces mejor con nosotros a tu lado.

Alka no escuchaba nada de esto; estaba demasiado ocupado retorciéndose en el suelo y tratando de no perder la consciencia. Sin embargo, fue en balde.

Pronto, su cuerpo entero pasó de ser el de un adolescente flacucho y alto al de un grande e imponente lobo. Era tal y como lo recordaba, mas había algo distinto asomando en sus pupilas; el color rojo cubría el aro principal. Si antes no tenía control sobre sí mismo, con el efecto de la luna llena la situación sería todavía peor.

El lobo aulló. Unos vampiros y hechiceros retrocedieron con confusión.

—¡No nos dijiste que tenía metamorfosis completa! —chilló uno de los que estaban en el grupo hacia Shevon.

Ella chasqueó la lengua. Comprendí que ella tampoco lo sabía.

Debía haberse enterado de la condición de hombre lobo de Alka por su olor o algo parecido y, con un poco de inteligencia, había atado cabos sobre la relación entre el chico y yo.

Y aunque tal vez no tenía caso pensar en todo eso y me sentía como en el infierno, no pude evitar dibujar una sonrisa.

—¡Creí que te gustaban las sorpresas! —me burlé, mas pronto fui incapaz de articular una sola palabra tras eso; el peso del medallón era muy intenso, y dolía como el demonio. Apreté los dientes.

Las Trágicas Aventuras de Orion y Alka © [COMPLETA]Where stories live. Discover now