Capítulo 10 - Parte 2

32 2 0
                                    

A lo lejos vi que había un bar. Por un momento, paso por mi mente entrar y tomar algo; quizás eso me ayudaría a tranquilizarme o al menos, a relajarme. Pero, mientras más caminaba y mi mente seguía en otro mundo, comencé a sentir unos pequeños escalofríos y poco a poco comenzó a invadir más a mi cuerpo. Volteé hacia los lados cuidadosamente y sentía que alguien venía siguiéndome, comencé a caminar más deprisa y el hombre que venía atrás de mi hizo lo mismo.

Maldición. ¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué vine aquí?

Al ver que el hombre no se detenía y seguía detrás de mí, no pude evitar echarme a correr. Corrí lo que más pude, me sentía muy fatigada y el hombre no se detuvo. Mi desesperación comenzó a salir y mi frustración aumentar al ver que no había nadie más y no sabía a donde ir.

Solo faltaban unos cuantos pasos para llegar al bar. Corrí más y más. Estaba a punto de llegar al alumbrado del bar, pero en eso sentí como el hombre sujeto mi brazo derecho y comenzó a jalonearme hacía él.

— ¿A dónde vas tan solita? ¿Estás pérdida? —preguntó, descaradamente. — Yo te puedo ayudar, si quieres. Lo haré con mucho gusto.

— Déjame en paz. —espeté, intentando zafarme de él.

Seguía sin soltarme. Mi nivel de ansiedad comenzó a subir de manera desesperante. No sabía qué hacer. Por un momento, me había quedado en blanco.

— Déjame ir. —imploré.

— ¿Por qué te quieres ir? Si apenas nos estamos conociendo. —dijo, acercándose a mis labios.

— Déjame imbécil.

Intenté pegarle un rodillazo, con la poca fuerza que me quedaba en sus partes. Era la única opción que se vino a la cabeza para salir corriendo de ahí.

Estaba a punto de llegar al bar cuando en eso sentí que de nuevo me tomo por detrás tapándome la boca y murmurándome algo en los oídos.

— No irías a ningún lado.

— Voy a gritar, sino me dejas en paz. —le advertí.

Comencé a jalonearme de nuevo de él para liberarme. Pero, era inútil, tenía demasiada fuerza y yo sentía que mi respiración se detenía conforme iban pasando los segundos. Estaba comenzando a perder el conocimiento cuando en eso escuche que alguien aparto el hombre de mí.

Me agarre la cabeza intentando estar de vuelta. Pero, aún me sentía demasiada mareada; con los ojos aturdidos, intente distinguir quien era...

Espera... ¿Mateo?

Ya no sabía si esto era real, o me lo estaba imaginando. Si era él. Gracias al cielo, que había aparecido. Creo que nunca me había alegrado tanto de verlo, como esa noche.

Mateo le estaba dando una golpiza al hombre, que termino yéndose como pudo de ahí.

— ¿Estás bien? —preguntó rápidamente al acercarse a mí, viéndome de pies a cabeza.

Tenía las manos heladas y su mirada era de total preocupación.

— Estoy bien. Gracias, por ayudarme. —le dije aun con la vista un poco borrosa.

— Era un imbécil. —soltó.

Tenía la mandíbula y los hombros totalmente tensos.

— ¿Segura que no te ha hecho daño? —volvió a mirarme de pies a cabeza. — Puedo ir a bus...

— Estoy bien, Mateo —lo interrumpí, colocándole un dedo en la boca para que no dijera nada más. — Solo es el susto, pero estaré bien.

Al menos, era lo que más anhelaba en esos momentos.

TODO PARA NADA - PARTE 1Where stories live. Discover now