Padre Nuestro

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Padre nuestro, que estás en los cielos...

El silencio de aquel lugar armonioso era interrumpido solamente por aquella plegaria.

Danos tu reino...

Una plegaria que más que nada era vacía.

Kohaku se estaba aburriendo de esperar, no había sido dotada precisamente con el don de la paciencia; sino más bien lo contrario. Era todo lo contrario a lo que debía ser y estaba casi segura de que precisamente por eso fue enviada allí.

Perdona a los que nos ofenden...

Perdón. De eso sí que había sido dotada.

No podía juzgar a aquellos seres sin antes conocer sus razones, y fue por eso que se quedó más tiempo de lo necesario. En serio temía que está era la razón por la cual no había recibido una respuesta apropiada de él.

No nos dejes caer en tentación...

O podía ser aquella otra cosa...

—¡LEONA!

y líbranos del mal... amén.

Kohaku se levantó para después persignarse, besando el crucifijo en su collar de plata antes de darse la vuelta para observar a quien interrumpía la paz en ese, su lugar santo.

—¿Podrías no gritar? Estoy en medio de mi oración.

—Ajá, si .-Senku no entendía la importancia de mantener silencio en ese lugar, que después de tanto ya no tenía nada de santo o sagrado-. Necesito un favor.

—¿De nuevo?

Kohaku reconoció en su voz una pizca de decepción. Senku venía a ella nuevamente solo para pedir prestado su objeto sagrado; no era que le afectará ¿Verdad? Después de todo el joven la ocupaba a sanar a los suyos.

—Suika, la niña de la que te hable ha vuelto a enfermar. Creo que tú medusa podría ayudarla, otra vez.

—Te he dicho que esto no es un juguete .-¿Negación? Claro, siempre. Esto era parte de ella, de su misión.

Senku camino hasta Kohaku, solamente para sentarse en la banca donde está se encontraba haciendo sus oraciones, dando leves golpes a su lado indicándole que se sentará junto a él.

En silencio, Kohaku hizo caso a la sugerencia para luego sacar de su bolsillo aquel artefacto entregado por él, y lamentablemente noto como los ojos del hombre a su lado brillaban quizás por lo que significaba el hecho de que ella volviera a entregárselo, así como si nada.

—Llegaste tarde.

Pater noster, qui es in caelis.

—Lo siento, me distraje tratando de encontrar la manera en que pudieras recuperarte o algo por el estilo, pero ya sabes. Nadie tiene libros de anatomía de un ángel.

¿Aun después de todo lo que había mostrado le mentía? ¿Y en la casa de él?

Sanctificetur Nomen Tuum;

Senku seguía indiferente al hecho de qué, con ella allí, todas sus negaciones a la existencia de ese ser divino existía eran en vano.

Y ella, ingenua cómo siempre había confiado en ese humano cuando creyó que este le ayudaba en una situación tan lamentable como lo fue su primer encuentro.

—Gracias.

—¿Me la prestaras?

Adveniat Regnum Tuum

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⏰ Last updated: May 17, 2023 ⏰

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