Prólogo

30 3 1
                                    

Luces, sombras... Lámpetzer las veía todas. Rápidamente girando en su mente, como si de un torbellino se tratasen, el Ying y el Yang, equilibrandose la una a la otra. Observando el maravilloso espectáculo que ambas creaban, el viejo batracio parecía estar sumido completamente por aquella ilusión que causaban.

De la nada, algo cambia. El equilibrio se desvanece, y la oscuridad se rompe. Como si de un líquido oscuro saliendo desde una jarra se tratase, empieza a esparcirse por todas partes, absorbiendo y destruyendo toda la luz con sus gigantescos tentáculos. Una figura comienza a emerger de toda la oscuridad, un hombre, completamente rodeado de ellas, su rostro siendo indistinguible. Se gira, ve a nuestro querido espectador temblando del terror, y comienza a reírse. Y ríe, maniaticamente ríe. Viendo como las sombras que comandan devoran hasta la más mínima pizca de luz. Lámpetzer empieza a sudar, sintiendo todo su cuerpo entrar en shock, y comienza a escuchar una voz en la lejanía. Es muy suave, pero cada vez la escucha más y más cerca, cambiando de un tono amenazante a uno preocupado. Lámpetzer... Lámpetzer...

- ¡Maestro Lámpetzer!

La vieja rana albina se despierta, extremadamente sobresaltada. Mira a su alrededor, y se da cuenta de que estaba en su cueva, más específicamente en su humilde cama de madera y paja. A su izquierda, una pequeña mesita de noche, y a su derecha, algo de luz que estaba siendo tapada por una figura. Había tenido otra pesadilla más, como las que le llenaban la mente desde aquella vez que uso ese hechizo...

Se percata de que se ha quedado anonadado, y se fija en quién era aquel que le despertaba. Era una figura extremadamente alta, formada principalmente de cenizas y humo. Parecía muy preocupada, y le agarraba de ambos hombros. Lámpetzer suspira, aliviado. Se trataba de su único hijo Ashterios.

- Ashterios, hijo, ¿a que se debe que me despiertes tan abruptamente?

- Maestro, estaba dando muchas vueltas en su descanso, y al ver como comenzaba a sudar, he acudido a despertarle inmediatamente. Se trataba de otra de sus pesadillas, ¿verdad?

- Ash, te tengo dicho que por mucho que me veas sufriendo mientras duermo, no me despiertes bajo ninguna circunstancia. Acabar un sueño abruptamente solo causará que lo retome la próxima vez que descanse. - Lámpetzer dijo con su ceño algo fruncido.

Lo que había dicho no era realmente cierto, pero no quería que Ash se acostumbrase a recibir elogios y las gracias de su padre tan fácilmente. Le había estado entrenando por algo, y no pensaba hacer que su entrenamiento se volviese tan fácil.

- Lo sé, maestro, pero se trata de otro asunto.

- Espero que sea un asunto de mayor importancia, pequeña mantis, o puede que recibas un castigo por continuar con este comportamiento.

- Preguntan por usted. Hay una extraña mujer en la puerta, y parece estar preguntando por usted.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Jun 05 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Dioses y Sombras: El escarabajo doradoWhere stories live. Discover now