Réquiem de la araña |PunkFlower|

Prólogo

Disclaimer: los personajes de Across the Spider-Verse no me pertenecen, son propiedad de Marvel Comics y Sony Pictures Animation.

Advertencia: muerte de personaje, lenguaje vulgar, depresión, temas sensibles. ¿Lime?

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Réquiem de la araña.

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«Breathe» — Fleurie.

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El mundo se estremeció bajo sus pies, mientras sus ojos se abrían de par en par, presos de un horror inimaginable. El tiempo se detuvo en un instante siniestro, y su alma quedó atrapada en un espiral de desesperación y angustia.

Su padre, muerto.

El mundo se tornó borroso y distorsionado, como si una densa niebla de dolor se hubiera cernido sobre él, velando sus pensamientos y oscureciendo su visión. Con lentitud llevó su mano hacía la máscara, retirándola con pulso tembloroso hasta que finalmente, su rostro quedó desnudo.

Extendió su mano hacía él, rozando con la yema de sus dedos el rostro helado de su progenitor, como si aquel simple tacto pudiera conjurar algún milagro.

— Lo siento tanto, papá —musitó en voz queda, sintiendo sus ojos humedecerse.

La impotencia lo envolvía como un manto opresivo, aprisionándolo. El peso de la realidad se posaba sobre sus hombros, amenazando con aplastarlo bajo su carga insostenible. Cada latido de su corazón era una punzada de dolor, un recordatorio de que había fallado, que había llegado tarde: él no merecía ser llamado Spiderman.

— Miles —llamó Gwen a unos metros, la desesperación y el arrepentimiento brillaban con fuerza en su rostro. ¿Era responsable de aquello tanto como Miguel o La Mancha? Intentó avanzar hacía su amigo, pero el peso de la mano de Hobie sobre sus hombros la retuvo en su lugar—. Debo...

— No es el momento —indicó el más alto, deshaciendo el contacto para así acercarse al joven héroe que aún se encontraba de rodillas en el suelo. Con una mirada compasiva se colocó de cuclillas, estirando su mano hacía el rostro del Capitán Morales, cerrando sus párpados que hasta entonces, se habían mantenido entreabiertos—. Te ayudaré a sacarlo de aquí.

Gwen se quedó detrás de ellos, abrazándose a sí misma mientras Miles levantaba con cuidado el cuerpo del Capitán Morales. Hobie la miró por sobre el hombro, era una mirada severa, cargada de decepción. Esa imagen quedó guardada en su mente incluso después de que se alejaron de ella.

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Rio Morales, entre la multitud de civiles evacuados, se encontraba sumida en un estado de agotamiento emocional. Su mirada cansada buscaba con desesperación una señal de esperanza entre el caos que los rodeaba. ¿Dónde estaba su esposo? ¿su hijo estaría bien? El sonido de sirenas y la angustia en el aire parecían ensordecerla, pero su instinto de madre y esposa persistía, manteniéndola alerta.

De repente, Miles y Hobie emergieron de entre los escombros, llevando consigo el cuerpo de Jefferson Morales. Rio no pudo contener un grito ahogado al ver a su esposo sin vida. El dolor en su pecho se intensificó, como si el mundo se hubiera derrumbado a su alrededor.