Capítulo 4

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—Trisha, despierta.

Me muevo incómoda intentando apartar la voz. El pequeño movimiento que hago es suficiente para que gruña de dolor, abro los ojos de inmediato.

—Creo que moriré de dolor. —Lloró.

Lenora me ayuda a sentarme y me da unas pastillas, yo solo puedo abrir la boca obediente. Adina me ayuda a tragar agua del vaso con cuidado.

—Dormiste todo el resto del día y lo que sigue de la noche. Hemos recibido las respuestas de las cartas y le hemos enviado otra a mi padre. —Explica Lenora con rapidez, pareciera que no tuviera tiempo.

Adina se acerca otra vez, deja una bandeja de comida en mis piernas.

— ¿Qué decían las cartas en primer lugar?

—Las que envié a mi padre fueron disculpas por mi escapé que no se repetirá y que me dejé continuar con nuestro plan. La de Zafir es casi idéntica, pero esta agrega mi deseo por retomar el compromiso. Las respuestas fueron inmediatas por ambas partes, para nuestra sorpresa fueron milagrosamente positivas, pero sobre todo el rey Zafir acepto seguir con el compromiso.

Empiezo a comer mientras veo como Adina saca ropa, joyería y por último una peluca igual al cabello de Lenora de un baúl. Todo lo acomoda con sumo cuidado a un lado de la cama.

—La última que enviamos a mi padre, es contándole la respuesta positiva de su majestad Zafir, le pedimos el favor de que mande el carruaje real para ir a Zavidia. Por eso tenemos que empezar a arreglarte, no sabemos en qué momento llegara el carruaje.

Lo que sigue de la mañana se basa en arreglarme. Adina me viste como si fuera una muñeca de trapo, mientras Lenora me enseña modales e historia.

Me miró en el espejo, ya no hay una sola diferencia entre Lenora y yo. El vestido es níveo, pegado al cuerpo en un corset en la parte de mi cintura y busto, mis hombros quedan al descubierto. Sus detalles son en un swarovski brillante, son unos copos de nieve hechos con sumo cuidado, el vestido tiene una ranura en la pierna derecha.

Es hermoso, quedó fascinada con el diseño y tela. Ideas aparecen en mi cabeza sobre diseños con estás telas, la calidad no se parece a nada que nunca antes haya visto. Quisiera mi libro de bocetos de mi mochila, para plasmar mis ideas.

—Creo que me podría casar con este vestido. —Giro viendo el vestido en el espejo.

—Amarás todos los vestidos que tendrás de aquí en adelante, aunque estoy segura de que tú puedes crear mejores. — Lenora me abraza por los hombres.

Las dos parecemos jugando a ponernos la ropa de la otra. ¿Me hace preguntar, como hubiera sido si creciéramos juntas?

Tocan la puerta en tres toques limpios. Las tres nos miramos entre sí, Adina acomoda todo otra vez en los baúls. Lenora peina mi peluca, veo su mirada a través del espejo, no logro descifrarla.

—¿Solo serán unas semanas, cierto? — Pregunto con algo de inseguridad en mi voz

—Lo prometo, Trisha. —Intento buscar su mirada, pero no la encuentro. —Si quieres hablar conmigo dile Adina, ella me dirá y te encontraré.

Lenora mueve una madera en el suelo, hay un compartimiento del que saca una caja plateada. La abre y saca una hermosa daga.

Su mango es de un rojo vino tinto, su filo brilla y su hoja tiene hermosos detalles de rosas. Adina la guarda en su estuche del mismo color del mango.

—La compré cuando salí por primera vez del castillo. La ví y pensé en ti, la estuve guardando estos años para dártela. —Me la entrega y no puedo dejar de verla.

La Princesa Impostora (Editando)Where stories live. Discover now