Capítulo 7

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Zafir solo me dirige la palabra para lo estrictamente necesario, no es como si yo también lo intentara. Nuestra discusión dejo a todo el castillo en silencio, todos se comportan con sumo cuidado, no queriendo enojar a Zafir o a mí.

Ese día al poner un solo pie en la alcoba, Adina me regaño sin parar; me dijo de mil formas imprudente y necia. Me explico que todo pudo terminar muy mal, ya que yo estoy en territorio de Zafir y no el mío.

Las pesadillas inundan mis noches, no hay mucha diferencia entre ellas; Zafir siempre está en ellas, como una sombra negra que me persigue, corro sin cansancio para que no me alcance, pero siempre logra hacerlo. Mis ojos se abren cuando em atrapa, la pesadilla nunca sigue después de hacerlo.

Mi poder sigue escondido, pensé que sería diferente después de la gran manifestación ese día, pero es como si nunca hubiera aparecido. No dejo de revivir en mi memoria la forma en que controlé mi poder, me sentí imparable y segura.

Falta una semana para el banquete de compromiso, la mayoría de las cosas están listas, menos una que se considera de vital importancia: el baile de apertura de Zafir y yo. Los ensayos empezaron hace dos días, nuestro maestro es uno de los mejores de Kegesha, no nos deja ni un segundo de descanso hasta no hacerlo perfecto.

—No sé cuál de los dos se desenvuelve peor. —Es lo más positivo que ha dicho en estos días.

—Me piso otra vez, majestad. —Gruñó sin mirarlo.

El acomoda mejor sus manos en mi cintura y me empieza a intentar guiar, nuestra falta de conexión hace que salga fatal.

—Yo llevo cuatro, usted lleva seis, princesa. —Se burla.

El me gira sin previo aviso, no controlo mi llegada y quedo a tan solo unos milímetros de su rostro. Nervios burbujean en mi interior por la cercanía, él no se aleja. Baja su mirada con lentitud a mis labios y yo solo lo puedo imitar con los suyos, en tan solo unos segundos mi respiración se dificulta.

—Su majestad, tal vez podría intentar girarla con más elegancia. —Suelta en sugerencia, pero su sonrisa es tensa.

La voz del maestro nos saca de nuestra burbuja, en un intento de separarme con rapidez mi tacón se enreda con la falda de mi vestido caiga de culo al suelo, sin una pizca de elegancia.

Una carcajada limpia hace eco en el salón, Helder se ríe abiertamente di mi caída. Adina a su lado tiene un poco más de decencia y tapo sus risas con su mano, Zafir tiene una sonrisa de lado a lado.

—¿Qué tan necesario es el baile? —Preguntó sentada en el suelo, ignorando la mano que me ofrece Zafir.

—Es primordial. —Asegura Adina. —Es una tradición que muestra lo enamorada que esta la pareja de prometidos. —Termina Helder por ella.

—Eso explica porque nos sale tan mal. —Murmura Zafir.

—Inténtelo otra vez. —El maestro no se cansa.

El piano vuelve a sonar y Zafir me gira con sus manos al ritmo de la melodía. Mi vestido se mueve al son de los giros e intento hacer mis pasos con la mayor gracia posible. Sus manos vuelven a mi cintura y mis manos a sus hombros, nuestras miradas se conectan.

Su mirada no se aparta de la mía, mi concentración solo está en él. Nuestro alrededor se vuelve borroso, como si no hubiera más. La melodía es lo único que me permito escuchar, me dejo llevar por ella.

Sus ojos parecieran como si no quisiera perder ningún detalle de este baile, o de mí. Una rojez sube a mis mejillas mientras ese cosquilleo en mi vientre se hace presente.

La Princesa Impostora (Editando)Where stories live. Discover now