Capítulo Único

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Ayer le pedí al universo que la tierra me tragara y me escupiera en París, pero no me entendió

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Ayer le pedí al universo que la tierra me tragara y me escupiera en París, pero no me entendió.

Hoy entré al elevador y un segundo antes de que la puerta se cerrara entró mi jefe.

¡Y el elevador se atascó!

Yo soy humilde, no iba a pedir mucho, con que un par de bomberos musculosos viniera a mi rescate sería suficiente. Podía hacerme el desmayado y que me cargaran como a un princeso recién salvado.

¿Era mucho pedir?

Estoy aquí, con el Licenciado Salvador de la Torre, mi jefe que me hace rabiar.

Solo quiero ser el empleado del mes. Quiero ver una linda fotito mía en el centro de la oficina. Que todos sepan que soy un empleado ejemplar.

Me hubiera reído de él por saber que se quedó encerrado en el elevador, si no fuera porque yo igual estoy aquí.

¡Gracias universo por escupirme en la cara y no en París!

—El elevador está atascado —su molestosa voz, interrumpe mi plática conmigo mismo. Y yo que no he hecho ningún ruido con tal de que no note mi existencia.

¿En serio, le tomó ocho minutos darse cuenta de que estamos atrapados aquí?

—Sí —respondo con una sonrisa forzada—. El elevador se atascó.

—Arréglalo rápido. Tengo una videoconferencia en veinte minutos.

Y qué, ¡¿Tengo cara de ser reparador de elevadores?!

—Jefe... —digo con fingida voz tranquila— No tengo idea de cómo repararlo. Envié un mensaje a nuestros compañeros. Ellos ayudaran.

—Siempre encontrando pretextos para tu pereza —rueda los ojos y reclina su espalda en la pared. Y para mi incomodidad, me mira.

¡Arreglelo usted, entonces!

—Jefe, me disculpo por no tener los conocimientos del área de mantenimiento.

—Uno más de los conocimientos que no posees.

Ya basta, estamos solos. Puedo golpearlo y decir que tuve una crisis que desató una locura temporal.

—Me disculpo —agacho la cabeza—. Pero si usted me indicara qué puedo hacer...

Estoy seguro que él tampoco tiene ni la más remota idea de cómo salir de aquí. Aunque si el idiota no estuviera aquí, estaría llorando de miedo.

—Trata de salir por allá —señala arriba de nuestras cabezas—. Por lo menos puedes intentar fingir ser eficiente.

—Yo soy eficiente... Estúpido dictador de miér...coles para jueves.... —Murmuro entre dientes.

—¿Qué dijiste?

—Nada —si sigo fingiendo más sonrisas, la cara me quedará deforme—. Decía que es una excelente idea.

Atascado En Mi CorazónWhere stories live. Discover now