Capítulo único

977 100 11
                                    

有緣無份

Yǒu yuán wú fèn (proverbio chino)

Tener destino sin destino:

Parejas que se encuentran pero

que no pueden permanecer juntas.

Luo Binghe había torturado a Shen Qingqiu. Le había arrancado los brazos y las piernas, con las últimas atrajo al líder de la secta CangQiong y lo mató con una lluvia de flechas. Los miembros perdidos del maestro del pico QingJing quedaron guardados en un baúl de oro puro, repleto de talismanes para evitar su descomposición. No era el objetivo de Luo Binghe conservarlas por benevolencia, sino porque sabía que los brazos y las piernas de su antiguo maestro algún día podrían serle de utilidad. O bien podría guardar sus brazos como trofeos, como las partes de un animal que había tardado en cazar y que valían su peso en oro. Sus piernas podían ser el recuerdo, la prueba de que con ellas había conseguido asesinar al líder de la secta más prestigiosa del mundo del cultivo. Una secta que no trajo más que dolor a la vida de Luo Binghe. Una secta que ignoró su sufrimiento y encubrió a un maestro de mierda solo porque Yue Qingyuan parecía tener algún tipo de debilidad por él. Un sentimiento que Luo Binghe no podía llegar a comprender. ¿Cómo alguien podría querer a Shen Qingqiu, una escoria incapaz de sentir siquiera un mínimo de cariño por alguien?

Luego le arrancó un ojo, con la esperanza de que teniéndolo en su mano, Shen Qingqiu fuera a mirarlo alguna vez, que lo viera. Desde joven, desde que ingresó a QingJing, tuvo la imperiosa necesidad de que Shen Qingqiu lo viera, que notara su existencia, que lo reconociera como un discípulo más. Pero no importaba lo que hiciera, no importaba cuánto se esforzara, su shizun jamás voltearía a mirarlo una sola vez. Nunca lo reconocería. Siempre sería la bestia a la que castigaba por cualquier cosa que considerara inapropiada. Siempre sería el error al que querría eliminar antes de que dejara mal a CangQiong. Siempre odiándolo, como el hombre malcriado y envidioso que era. El pasado de Shen Qingqiu no era algo que se conociera completo, ni siquiera podía entrar a su paisaje onírico para verlo y descubrir más. Pero por su actitud arrogante y engreída, Luo Binghe podía imaginar que se había criado como el Maestro de Palacio Huan Hua, un hombre de una gran familia que había sido mimado hasta el hartazgo.

Pero a pesar de tener el ojo en su mano y apuntarlo directo a él, no funcionó. Fue solo una pérdida de tiempo. Al final, el ojo en su mano fue fácilmente destruido, aplastado entre sus dedos mientras sus partes se escapaban entre ellos.

Lo último que le arrancó fue la lengua. Pero eso fue un momento de ira. En una sesión de tortura, Shen Qingqiu insultó a su madre con palabras que nadie podría imaginar que un maestro de un pico tan elegante y refinado como QingJing conocería. Luo Binghe habría permitido que lo insultara a él y no haría nada más que mirarlo y continuar con la tortura que había planeado para ese día. Pero Shen Qingqiu había insultado a su madre, a la única persona que lo había amado sinceramente y había dado todo de sí para cuidarlo. La ira lo cegó y cuando recuperó sus sentidos, tenía la lengua de su antiguo shizun en su mano, mientras Shen Qingqiu se ahogaba con su propia sangre que salía a borbotones. Tuvo que usar sus parásitos de sangre aquel día para detener el sangrado y alargar la vida del hombre que tanto odiaba.

Guardó la lengua junto con las piernas y los brazos, como otro trofeo más del cual presumir. Obtener la lengua de una serpiente tan venenosa es sin dudas uno de los premios más grandes de todos. ¿Quién no envidiaría su suerte?

Sin embargo, con los años, torturar a Shen Qingqiu se volvió monótono y sin sentido. La emoción que había sentido en un inicio fue desapareciendo con el paso de los días, volviéndose ya una actividad sin gracia.

Tener destino sin destino (BINGJIU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora