32. Andrómeda

17 2 0
                                    

La belleza es sugestiva, todo depende de lo que la generé y lo que mueva a quien la contempla.

Para las entidades malignas estas son las energias que la gente proyecta, algunas tienen colores y diseños unicos que lo hacen especiales y sabrosos para esas demoniacas cosas.

La belleza es un templo y quienes la observamos somos los depredadores.

Podemos observar, pero si tratamos de controlarla u obtenerla para nosotros, la destruimos inmediatamente.

Como quien corta una hermosa rosa del jardin, para ponerla muerta en un florero con agua.

La belleza es acosada y criticada, es manipulada.

Pero ella sabe como sobrevivir a los ataques, a los depredadores

La belleza muchas veces consigue defenderse y transformase en valentia.

Deja de ser la presa y se transforma en el depredador.

Se transforma y va evolucionado como Andrómeda.

Se transforma y va evolucionado como Andrómeda

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

DONES Y MALDICIONES

CAPITULO

Andrómeda


Esas entidades estaban frente a mi, disfrutando de ver a su presa acorralada.

Antes que pensaran en atacarme, entré directamente al bosque para poder tocar el tronco que por lo que habia deducido, esta vez en vez de llevarme a mas trampas me llevaría directamente al plano al que realmente pertenecía, osea, donde mi cuerpo se encontraba en aquel piso del gimnasio aun inconciente, sucumbido en un transe profundo.

Las raices de los arboles amenazaban en hacerme tropezar en cualquier momento, el nerviosismo me hacia dudar de cada paso que daba y a cada segundo me sentia mas vulnerable.

Corrí por un par de minutos entrando cada vez a lo más oscuro de aquel lugar.

Los arboles a cada momento estaban mas juntos dandome una sensación de sofoco y confundiendo mis sentidos, ademas al estar tan unidos, hacia que en lo alto las grandes ramas, taparan con sus hojas los pocos rayos de luz del dia.

De pronto a lo mas lejos, pude ver un claro, donde los arboles estaban muy dispersos, dejando un enorme circulo en el centro del bosque, justamente en el medio de este circulo estaba el tronco.

Esta vez se encontraban sin la vitrina que me impedía poder tocar la palma pintada de azul.

Corrí más rapido al ver que ya estaba mas que listo para poder volver, ademas la ancias de poder resolver de unas vez por todas todo lo que tuviera que ver con las evidencias que necesitaba para poder destruir la era mistica me daban las fuerzas necesarias para correr aun mas fuerte.

Cuando ya me encontraba casi llegando, en un abrir y cerra de ojos todo cambio, pues los aquellos Wekufes se habían puesto por encima de aquel tronco, protegiendo aquella palma, para que yo no la tocara.

Dones y Maldiciones Donde viven las historias. Descúbrelo ahora