Su corazón latía con lentitud y cada parte de su cuerpo ardía brutalmente. El ruido lo abrumaba y estaba cegado a aceptar su destino.
En su mente solo podía recordar a aquel hombre que lo salvó. Quien dió la vida para que siga y como si del tesoro más hermoso se tratará, lo acuno bajo sus alas hasta verlo listo para volar.
Cora-San sería parte de su memoria, tal vez estaba cegado por la venganza y no viviría su vida a pleno como alguna vez lo hizo entender, pero moriría feliz al recordar la sonrisa del hombre quien lo amó.
El suelo era su abrazo más fiel y su dulce final, sobre él la figura de la muerte se presentaba con ánimos de acabarlo y hundido en su destino no se resistiría.
De pronto algo lo detuvo, su corazón volvió a latir y la luz lo invadió. Aquel chico quien brillaba por cuenta propia se posaba sobre su sombra como si la salvación misma sería.
Se había apegado a él más de lo que debería y en su corazón se preguntaba si Luffy siempre había sido igual de glorioso desde esa vista. Se abrazo a la esperanza de vivir; solo si junto a él lo sería.
Law comprendió su razón y el por que debía seguir allí. Sus pupilas se dilataron para recibir gustoso la luz que el azabache desprendía; embriagado por aquella calidez que deseaba sentir hasta el fin de sus tiempos.
Comprendió allí, que debía seguir por él. Que lo esperaría y juntos se levantarían para acabar con aquel hombre quien le arrebatada su libertad. Viviría pleno y daría paz a la memoria de su honrado Cora-San.
Deseaba tanto que todo terminé, lo único que quería su corazón era abrazar a Luffy tan pronto como pudiera. Lo mantendría en sus brazos cuando las palabras ya no sean suficientes para agradecer su cálida luz. -
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