Cuando Rengoku abrió sus ojos su mente aún está dormida. Esto lo llevo a estar varios minutos recostado sobre un suave futón mirando a la nada, incapaz de pensar en algo que tuviera sentido.

Podía escuchar el cantar de las cigarras y el coar de varios sapos, también podía notar el suave golpetear de unas campanas de cristal cada vez que el aire las movía.

¿Qué había sucedido? La preguntaba sonaba extraña. Para empezar ¿Algo había sucedido? Flashes muy iluminados y poco definidos de imagines le rondaban la mente, pero era difícil sacar algo coherente de ellos. Al aspirar una bocanada de aire, se dio cuenta de que el aire olía a limas, cosa que no era propio de su casa ya que, desde que su madre vivía en la mansión, hasta que falleció, el jardín olía a lirios.

Comenzó a mover su cuerpo de manera lenta, estirando los músculos de sus pies, piernas y dedos. Los sentía entumecidos... como si en mucho tiempo no los hubiera movido, lo cual era imposible dado sus constantes entrenamientos. Después de unos momentos logró sentarse y con una mejor vista observó lo que había a su alrededor: estaba en una habitación sencilla sin muchos muebles, pero los que tenía parecían ser valiosos. Había un espejo rectangular vertical en una esquina, así que solo tuvo que moverse un poco para verse reflejado.

Sintió alivio al ver que, a primera vista, no había nada malo con él. Su cabello estaba algo alborotado, sus labios estaban secos y se veía notablemente pálido pero al menos, tenía ambos ojos.

No sabía porque eso era importante...

A su lado la puerta se abrió dejando ver a una joven de cabellos oscuros. Pensó que era una de las trillizas de Shinobu, pero no era el caso. Al ver que Rengoku estaba despierto, la jóven exclamó un pequeño grito antes de cerrar la puerta de nueva cuenta y correr hacia el interior de la casa.

No pasó mucho hasta que la puerta se abrió de nuevo, está vez dejando ver a un hombre de edad media: blanco como la nieve con el mismo cabello negro que la chica.

Al cruzar miradas, el extraño sonrió

-Señor Rengoku- Lo saludó- Es bueno ver qué ha despertado.

Kyojuro lo saludo con la cabeza.

- Le agradezco que me haya recibido en su casa. Aunque tengo muchas preguntas, como puede suponer.

- Por supuesto. Y responderé cuántas pueda, pero primero me gustaría que pueda comer algunos alimentos. - Se acercó unos pasos - Permítame ayudarlo a levantarse.

El pilar de la llama estuvo a punto de negarse y probarle al hombre que no necesitaba ayuda pero, al hacer el esfuerzo, se dió cuenta de que sus piernas estaban entumecidas así que aceptó la ayuda del hombre tratando de dejar de lado su vergüenza.

¿Qué le pasaba? Eran contadas las veces en las que había necesitado la ayuda externa debido a sus entrenamientos, él se enorgullecía de su fuerza así que me picaba un poco en el ego que no pudiera. Si el hombre lo notó, no dijo nada.

- Soy Kusso Hijama-. Se presentó el hombre. - Jefe del clan Negro.

- Jamás había escuchado de ustedes-. Respondió el Pilar.

- Bueno, ese es el punto-. Se rio en voz baja. - Le ruego que tenga paciencia.

Un maravilloso olor les llegó a ambos, despertando el hambre de Rengoku, tanto que su estómago gruñó.

Al llegar al comedor y abrir la puerta, pudo ver una gran variedad de alimentos sobre una larga mesa. También pudo ver a una mujer hermosa de piel pálida y cabello negro sentada en ella. Se levanto e hizo una reverencia al verlos llegar.

- Pilar de la llama, es un placer que haya despertado. Sea bienvenido. Mi nombre es Yuki Hijama.

- Le agradezco, Señora.

Los tres tomaron asiento y sin perder tiempo, tomaron los platos para comer.

- Gracias por la comida-. Dijo Kyojuro probó el pescado y no pudo abstenerse de gritar - ¡Delicioso!

Se quedo quieto un momento después de escucharse gritar. De alguna manera la palabra le parecía... extraña, como si anteriormente la hubiera dicho muchas veces seguidas... Pero ese no era el caso, ¿o sí?

Continúo comiendo sin tomarle mucha importancia, ya que sospechaba que su tiempo dormido tenía algo que ver con que sus pensamientos estuvieran corriendo a una velocidad menor a la usual. Al terminar de comer, la mesa fue limpiada por una joven de cabello castaño.

El señor Hijama tomó la palabra.

- ¿Hay algo que recuerde, Señor Rengoku?

- Tendrá que ser más específico- Respondió con algo de ironía. - ¿Qué se supone que debo de recordar?

El Señor Hijama suspiro pesadamente.

- No hay una manera sencilla para decirlo, así que seré claro Sr. Rengoku. Usted está muerto. Murió después de una pelea con una Luna Superior. Y, siendo el ultimo Pilar de la llama, no podemos dejar que su legado se pierda.

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⏰ Last updated: May 06 ⏰

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Legado// RengokuWhere stories live. Discover now