Parte 1

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Era una calle muy larga. La mujer caminaba a toda velocidad. La hija la seguía a cierta distancia, escondiéndose en los portales para no ser vista cuando su madre volteara a ver. La ciudad se empezaba a llenar de gente, pues era la hora de la salida de muchos estudiantes y empleados. La mujer estaba furiosa con su hija porque en el colegio le habían dicho que la joven faltaba mucho a clases y que estaba a punto de perder muchas asignaturas. La ira que le producía el engaño de su hija se unía a su preocupación por el futuro de la muchacha. Se cuestionaba por no haberle prestado más atención a los signos que indicaban su vagancia y desorden. Era una chica tan tranquila. Algunos pensaban que era medio tonta, aunque ella sabía que no lo era. Y además era tan bella. La mujer temía que estuviera en alguna relación con un hombre, algún patán o sinvergüenza sin futuro, y que ese fuera el motivo de sus ausencias en la escuela y de sus malas calificaciones. Con todo esto en mente, entró en el edificio donde vivía con su hija. La joven se acercó cautelosamente a la puerta como si quisiera entrar. Sin embargo cambió de idea y entró en un bar cercano donde se sentó a esperar que su madre volviera a salir. Sabía que tenía que ir a llevarle una ropa a la abuela, que estaba enferma en el hospital. Seguramente se quedaría haciéndole compañía unas horas y llegaría a casa en la noche. Para ese momento ella habría entrado a dormir en su habitación y sabía que su madre no se atrevería a despertarla. Luego tendría que levantarse temprano para ir al trabajo, y así por lo menos tendría un día de ventaja para decidir qué hacer frente a la rabia de su madre.

La mujer llegó al hospital y le contó a su madre el problema que tenía con su hija. La anciana no se sorprendió y le dijo que le prestara atención.

- Si no tomas cartas en el asunto, Ximena – que así se llamaba la angustiada señora -, ya sabes cómo va a terminar tu hija: basta con que te mires a ti misma. – La anciana la miró a los ojos -. Esto ya lo vivimos y no hicimos lo correcto, y mira como terminaste. Tú también eras bella y tonta. Eras una ingenua e irresponsable. Llegó un cretino y te llenó la cabeza de palabritas seductoras. Y ahí estás, con tu vida arruinada. Es claro lo que debes hacer, si no es muy tarde ya. Tu hija es bella, tonta y esperemos que sea virgen. Sin duda habrá hombres con dinero que se interesarán por ella y querrán pagar lo justo por una maravilla como la imbécil de tu hija. Quizás, en unos meses pueda conseguir un esposo en buena situación.

Ximena lloraba. La anciana continuó imperturbable.

- Es lo que debimos hacer por ti, pero no lo hicimos. Nunca me perdonaré el haber permanecido inactiva frente a tu situación. Ahora estás acabada y con una tonta a tu cargo.

- Pero yo qué puedo hacer, - replicó la mujer, más confundida que indignada -, no conozco a nadie, no tengo vida social y no conozco hombre ricos.

- Es un comienzo. Al menos no rechazas la idea. Llama al trabajo y diles que no irás mañana. Es una crisis familiar. Mañana mismo comienzas el tratamiento para salvar a tu hija. Lo primero es que le digas claramente lo que debe hacer. Aunque es mejor que te asegures que aún sea virgen, o que al menos no esté embarazada. Vete a casa. No le digas nada hoy, mañana hablas con ella y luego vienes aquí. Yo les diré a las dos lo que deben hacer. Ahora vete y trata de dormir y no me digas nada más. No estoy para sentimentalismos y banalidades.

En el trayecto del hospital a su casa, Ximena no dejó de pensar en su terrible situación. Sin embargo, de las duras palabras de la anciana extraía una rara satisfacción. Había algo que la hacía sentir bien, algo que le calentaba el alma, aunque no tenía claro qué.

Mamá XWhere stories live. Discover now