La Carta Que Te Escribí

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"Querida Samantha, o Samy, como lo prefieras,

-Hola. Soy Samantha -se presentó ante mí la chica que se sentó a mi lado en clases de literatura aquel día de Septiembre. Yo tenía quince años.

Lo primero que ví no fue su rostro, sino el libro que tenía en sus manos.

-¿Charlie y la Fábrica de Chocolate? -recuerdo haber preguntado con una débil risita.

Ella me miró con cierto enojo.

-Es mi libro favorito... Si vas a burlarte...

-Es mi libro favorito también -recuerdo haberla interrumpido con una sonrisa.

Y fue cuando realmente la ví por primera vez.

Tenía el cabello medio despeinado y una sonrisa que parecía haber nacido a partir de mi comentario. Sus ojos eran marrones, así como el chocolate.

Pensé que era muy hermosa.

-¿Puedo llamarte Samy? -pregunté de repente. Siempre me gustó tener un apodo para las personas, pues si tenía nombres muy comunes no podía recordar quién era quién.

-¿Samy?

-Muchas chicas en la escuela se llaman Samantha -respondí mientras me encogía en hombros y tomaba su libro entre mis manos.

Al abrirlo encontré esquinas dobladas, páginas marcadas y manchas de tazas de café. Y por un momento no me interesó la historia plasmada en las letras, sino la que estaba en esas pequeñas marcas personales que ella había dejado.

-Mis amigos me llaman Rivers -me notificó.

-Ellos te llaman Rivers -dije con una sonrisa- Yo te llamo Samy...

Allí comenzó todo.

No soy bueno suavizando las cosas, y creo que dar una larga explicación de lo que voy a decirte solo arruinará esta carta, así que lo diré sin rodeos:

-¡Félix! -había gritado Samantha en medio de la clase de gimnasia.

-¿Qué sucedió? -pregunté con preocupación mientras llegaba a su lado con rapidez. Ella era bastante torpe con respecto a la gimnasia, así que debía cerciorarme de que ella estaba bien cada cinco minutos.

-Nada. Es solo que te ví y no pude evitar sentir la necesidad de llamarte solo para molestar... -reí ante su locura, y con mis brazos cruzados intenté pretender que estaba enojado- Vamos. No te pongas así. Te quiero.

Y, por primera vez, sentí mariposas en mi estómago.

Estoy enamorado de ti.

Samantha y yo estábamos buscando libros en la biblioteca. Molly, su amiga, también estaba con nosotros, pero creo que en realidad solo lo hacía porque después veríamos una película en casa de Samantha y las palomitas serían gratis.

-Ésta es una buena novela de amor -me dijo mientras señalaba uno de los muchos libros que ella había leído en aquellas viejas estanterías.

Por supuesto que sabía que ese libro había estado entre sus manos.

Samantha y yo solíamos leer juntos.

-El chico le escribía cartas a la chica... ¡Era tan romántico!

Me pareció una increible idea.

No estoy jugándote una broma. Yo realmente me he enamorado de ti.

Samantha y yo estábamos leyendo nuevos libros sobre su cama. Ella tenía una taza de café entre sus manos y los audifonos puestos.

Yo intentaba leer, pero en ese momento creí que la historia que sus facciones me mostraban era más interesante.

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