𝙃𝙤𝙪𝙨𝙚 𝙊𝙛 𝘽𝙡𝙖𝙘𝙠 || 𝐒𝐚𝐠𝐚 𝐇𝐚𝐫𝐫𝐲 𝐏𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫
"Ser una Black digna de su apellido"
Madelyn siempre tuvo esos pensamientos al saber que su padre, Sirius Black, traicionó el legado de la familia Black al irse con los Potter.
Secretos...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
•❅────────✧✦✧────────❅•
[Pesadillas]
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Habían regresado de Hogsmeade, hoy habían entregado sus permisos para poder ir todos a al excursión. El único que no fue era Harry por no tener el permiso firmado.
Allá no hicieron mucho, fueron por golosinas a Honeydukes, a la tienda de artículos de brujería, Las tres escobas y a uno que otro lugar, para después volver.
Se encontraban en el banquete, todos estaban comiendo y platicando sobre los lugares a donde habían asistido hoy.
—Que pena que no hayan dejado ir a San Potter. —comentó Draco con burla.
—Bueno, eso se lo merece. —dijo Crabbe mientras comía.
Una vez que el banquete terminó, todos salieron del Gran comedor para dirigirse a sus salas comunes. Antes de ir a las mazmorras el profesor Snape detuvo a Madelyn.
—Señorita Black —llamó Snape, Madelyn se giró ante el llamado—. El profesor Dumbledore desea verla en su oficina.
—¿A mí?, ¿Por qué? —pregunto extrañada.
—Quiere hacerle unas preguntas —dijo cruzando sus brazos junto a la tela de su túnica—. Ahora vamos, la dejaré en la entrada. —empezó a caminar y ella lo siguió despidiéndose de los chicos.
Cuando llegaron a la gran estatua, el profesor Snape murmuro la contraseña y esta se empezó a mover mostrando una escalera en forma de caracol.
Miro al profesor por unos milisegundos, para luego subir y tocar la puerta.
—Puede pasar señorita Black. —aviso el profesor Dumbledore y la puerta se abrió sola.
Al entrar vio al profesor Dumbledore acompañado de un hombre, el Ministro de magia.
—¿Deseaba verme, profesor? —pregunto la peli castaña cuando estuvo frente a su escritorio.
—Sí, por favor siéntese —le invitó señalando una silla y ella aceptó—. Se preguntará por qué la mandé a llamar.
