único

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Si bien Donghyuck siempre celebraba las fechas importantes, el dieciocho era la festividad que más lo emocionaba.

Ama salir a las fondas con su gran grupo de amigos —que parecían curso porque eran demasiados weones—, todos los años salían a dar una vuelta, era casi una tradición.

Compraban anticuchos, choripanes y empanadas a la pinta de cada uno, unos tomaban jugo con helado y otros se curaban con un montón de terremotos. La pasaba tan bien que ansiaba que la fecha llegara lo antes posible.

Dejó su outfit preparado junto a sus queridas vans, el perfume y el desodorante a mano, la billetera e incluso accesorios que no eran tan importantes, pero para Donghyuck sí, ya que todos los años iba en busca de un nuevo amor.

No tenía muy buena suerte en ese sentido, era abiertamente gay pero tristemente no se salvó de un corazón roto.

O mejor dicho, rotos.

El Benjamin nunca salió del closet, el Leo lo cagó con una mina y el Sebastián sólo quería experimentar, los tres weones lo hicieron llorar más que la chucha, pero nuestro amigo no se rinde.

Sabe que su alma gemela anda por ahí, y su deseo más grande es que lo encuentre en las fondas, porque no hay nada más patriota que eso, ¿cierto?

Pero por alguna extraña razón se despertó antes de su alarma de las diez, un malestar en su garganta no lo dejó continuar su sueño.

Con un sólo ojo abierto se sentó en la cama y peinó su pelo para atrás.

Y cuando decidió inhalar profundo, comenzó a toser.

Y a toser.

Y a toser.

— Esta weá tiene que ser broma. — dice y la tos volvió — ¡Noooooo! —.

El gritó provocó incluso más tos, se cubrió la boca con el antebrazo y se dejó caer en la cama, sintió un ligero mareo así que intentó regular su respiración.

— ¡Puta la weá! — gritó con rabia — ¡Mamá! —.

— ¡¿Qué pasó?! — se hoyó desde lejos.

— ¡Ven, porfa! —.

En apenas diez segundos su mamá ya había entrado a su pieza.

— ¿Porqué estai' gritando? ¿No vei' que estoy ocupá' con las empanás'? — preguntó indignada y con las manos en las caderas.

— Mami, tóqueme la frente, porfa. — se levantó rápidamente.

Su madre frunció el ceño, le pareció rara esa petición pero lo hizo de todos modo.

— Iiiiih, pero cabrito, por Dios, ¡estai' ardiendo en fiebre! — ahora posó sus manos en las mejillas y cuello — Ah no, acuéstate y tápate bien, te voy a traer algún remedio. —.

— Pero mamá, me tengo que bañar y cambiar de ropa o me voy a atrasar mucho, marrato los chiquillos me van a  venir a buscar y yo-... —.

— ¿Y tú creí' que podí' salir así? Tai' más loco, ya, acuéstate, no vai' a salir hasta que te recuperí'. — se dió la media vuelta.

— ¿Qué? No, eso no puee' ser, mamita, con los cabros vamos a ir a las fondas hoy día, no les puedo fallar. — movía las manos exageradamente al tratar de explicarle.

Ella rodó los ojos.

— No vai' a salir y punto, llámalos y avisa que estai' enfermo, pero yo así no te dejo andar webiando por ahí. —.

— ¡Pero mamá! — hizo un puchero.

— Debiste haberlo pensado antes de ponerte a jugar con el computador en el living hasta las tres de la mañana. — paro en la puerta y lo volvió a mirar — Voy a prepararte una sopa de pollo, última vez que te digo que te acuestes. —.

volantín // markhyuck. 🇨🇱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora