Santiago y Alina... 🚬⛪📿

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Dedicado a _Rosepetals

        Tomen awuita y tengan las bragas de       cambio a la mano.😈

Christopher

Bien dicen que no hay peor cosa que caer en el pecado, que desear a la mujer del prójimo es una de las acciones más ruines que existen.

Yo deseé a la mujer del prójimo hasta que la tuve entre mis sábanas, cómo evidencia de nuestros encuentros quedaban medialunas rojizas en la piel de mis hombros, su embriagador aroma por todos partes y sus gemidos y jadeos de placer retumbando en mi cabeza.

El deseo me sobrepasa al querer repetir cómo poseso ese acto del mal, lo prohibido; pero no por ello imposible.

Aquí me encuentro de nuevo, antes deseé a la mujer del prójimo, en el presente no es así, ahora deseo a mí mujer, deseo lo que me pertenece y siempre me pertenecerá.

Esos ojos azules que siempre se encuentran tan claros cómo el inmenso cielo, han caído en el pozo de la Lujuria
y el Deseo, estando más oscuros que el alma más contaminada por el deseo de pecar hasta desfallecer.

Su mirada me incita a llegar a ella, y lo hago. Me planto en el altar del señor, el cuál está prohibido profanar pero en estos momentos soy capaz de hacer hasta lo imposible por la imagen que tengo enfrente.

Su boca rosada se abre ligeramente para soltar los suspiros retenidos, sus mejillas sonrojadas por la excitación y el hábito sobre sus caderas me permite apreciar lo que ha sido mío desde la primera vez que estuve allí, que me hundí en su carne caliente y dejé mis huellas por toda ella.

Me acerco quedando a centímetros de distancia y paso mi nariz por la curva de su mandíbula aspirando el olor a vainilla que conozco tan bien. Quito lentamente el manto negro que cubre la cabellera oscura que siempre debería estar regada en mis sábanas y lo dejo caer.

Hundo mi mano en las hebras tan oscuras cómo la noche y la acerco a mí de golpe haciendo que suelte un jadeo.

Acerco mi boca a la tersa piel de su garganta y dejo un camino de besos húmedos hasta llegar a su oído.

—¿Lista para pecar, hermana?—inquiero en un susurro.

Asiente y niego.

Doy una fuerte palmada en su centro que la hace chillar.

—Palabras Alina, necesito palabras.ordeno con rudeza.

Se muerde el labio inferior con fuerza y traga grueso.

Sí, Padre. —se humedece los labios antes de mirarme a través de sus largas pestañas.

Alzo la sotana que es un recordatorio de lo que nunca seré y tampoco me arrepentiré de ser, bajo sus manos a mi bragueta para que libere mi falo sediento de su fruto prohibido, introduce una mano en mis pantalones y suelto un siseo al momento en que sus finos dedos rodean mi polla.

Me mira fijamente mientras la saca y me pierdo en ese azul tormentoso que tanto me hipnotiza.

—Llegó la hora de servirle al diablo, hermana.

✯𝑭𝒂𝒏𝒇𝒊𝒄𝒔 𝑪𝒉𝒓𝒊𝒔𝒄𝒉𝒆𝒍✯Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum