Parte Única

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I

Sara apoyó sus codos sobre la mesa y entre sus manos puso a reposar su cabeza. Realmente estaba disfrutando su primera noche en la cabaña que alquilo por ese fin de semana.

Mientras esperaba que el café se hiciera, sus ojos comenzaron a recorrer la decoración ecléctica de las paredes, con cuadros y adornos comprados en diferentes épocas y lugares.

Estaba a punto de tomar una taza para servirse el café, cuando golpearon a la puerta. Instintivamente miró su reloj, marcaba las 23:45 hs. Se acercó a la puerta y miró por la ventana que estaba a un costado, pero no vio a nadie en el porche. Frunció su rostro con perplejidad e intentó ver un poco más allá, pero ni siquiera un perro vagabundo caminaba por allí. 

Al girar sobre sí para volver a la cocina, comprueba con todo su horror que los visitantes estaban detrás de ella.

Ante ella se encontraba parado un hombre bastante alto cubierto por una túnica negra y una máscara ritual que le cubría totalmente el rostro.

Luego del primer impacto de estupor, pudo darse cuenta que detrás de él se encontraban los simpáticos vecinos que le dieron la bienvenida, el señor de la gasolinera y otras personas que vio esa tarde en el mercado. Algunos portaban unas pequeñas antorchas que parecían reliquias extraídas de un museo.

—¿Qué quieren?—Sara preguntó con voz entrecortada, pero la única respuesta que escuchó fue una orden del líder.

—Vamos al altar, falta poco para la hora sagrada—e inmediatamente quienes estaban detrás de él se adelantaron y la tomaron de los brazos y piernas. Ella se resistió pero fue inutil.

Todos subieron a la planta alta de la casa por medio de las escaleras que llevaban a los cuartos.

Sara gritaba con todas sus fuerzas pero nadie la oía en ese remoto pueblo del centro del condado.

Unos minutos después, desde la calle podía oírse sus desgarradores gritos de dolor.

II

Los dorados rayos del sol entraban por los grandes ventanales de Incredible Tattoos. El día estaba llegando a su fin, pero dentro del establecimiento, Erik trabajaba febrilmente sobre la piel de Amalia.

—¡El dibujo está quedando increíble!—exclamó Erik con mucho entusiasmo.

Amalia sonrió satisfecha, imaginando cómo luciría su nuevo tatuaje en la playa.

Cuando Erik colocó el espejo detrás de Amalia para que apreciara su obra, ella hizo un gesto que no era lo que esperaba.

—¿Dónde están mis alas de mariposa?—preguntó indignada.

El virtuoso tatuador miró el papel desde el que copiaba el dibujo y se dio cuenta de que se había equivocado al usar el diseño de otro cliente.

Había tatuado la insignia de una banda de Dark Metal, adoradores de Satanás, o al menos eso hacían creer a sus fanáticos.

—Oh, perdón, Amalia. No sé cómo pude cometer ese error. Lo solucionaré, crearé un nuevo diseño para cubrir este y te daré otro tatuaje gratis donde lo desees—dijo Erik, tratando de evitar que la furia de su cliente afectara su reputación.

Después de una larga conversación de reproches y promesas, acordaron que la próxima semana tendría listos un par de diseños para que Amalia eligiera y comenzara su nueva obra.

Mientras se despedía de Erik, recibió un mensaje de Roger, su representante literario.

Hola, Amalia. No pude convencerlos para que publiquen tu novela de amor paranormal. Dicen que está un poco pasada de moda. Tal vez en unos años. Pero les hablé de lo nuevo que estás escribiendo y me dijeron que están interesados. ¿Cuándo crees que podrás terminarla?

Antes de la medianocheWhere stories live. Discover now