━━━━ Un contrato que uniría dos vidas que no se conocen en lo absoluto. Una parte lo hace por su imagen y carrera, y la otra para que su empresa no se vaya a la ruina y mantener a salvo a una persona que ama.
Ella solo quiere, por lo menos, llevarse...
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Agosto 2020 📍 Turín, Italia
Tomé aire fuertemente cuando escuché el timbre de mi casa ser tocado, eran Emilia y su mamá. Hoy habíamos planeado que nuestras familias -nuestras madres- se conocieran finalmente.
Desde que empezaron a salir fotos mías con Emilia como estaba planeado de mostrarnos públicamente; mi vieja, mis hermanos y mis sobrinos estaban locos. Todo el tiempo jodian con que querían conocerla, me preguntaban quien era -si era mi novia o algo de eso, obvio que la conocían, sobretodo mi sobrina-, el porqué no les había contado nada y todo eso.
Si supieran la verdad no joderian tanto.
Y lo peor de todo es que no les puedo decir la verdad, no quiero que se decepcionen de mi o se enojen conmigo por lo que voy a hacer. Les había dicho que nos estábamos conociendo y que me gustaba muchísimo.
Dios, tengo un pie en el infierno. Me siento mal por mentirle así a mi familia.
-Voy yo -exclame antes de que mi vieja se dispusiera ir a abrir la puerta.
Dejé a Kaia jugando sola en el patio y me apresuré en ir a abrir.
-Hola, Paulo. ¿Cómo estás? -Marina me saludó con una sonrisa dulce.
-Hola, Marina. Bien, ¿y usted? -respondí amable.
Es increíble como me trata esta mujer, parece que no le importó como la trate el día que nos conocimos porque siempre me trata así.
-Bien, hijo. Te dije que no me trates de usted y que me digas Mari -me regañó e hice una mueca avergonzado, me lo había dicho muchas veces-. Traje esto -levantó una caja de cartón, como las que te dan en la panadería para darte una torta.
-No hacia falta -negué.
-Claro que sí, no quería venir con las manos vacías ya que alguien no me dejó comprar ni las gaseosas -con la cabeza señaló a su hija.
Force una minúscula sonrisa hacia Emilia y ella apretó los labios, mirando a otro lado. Me abstuve de rodar los ojos, me corrí un poco de la puerta para dejarlas pasar y ayudé a la que será mi futura esposa con las bolsas de tela que traían las bebidas.
-Escuchen, nadie mi familia sabe del contrato -murmure en voz baja-, así que les pido que no mencionen nada de eso, por favor. Les dije la misma mentira que les estamos diciendo a todos.
-Está bien -aceptó Emilia tranquila, Marina asintió a la par.
Suspiré más calmado, estaba tenso con todo esto, y las guíe hasta la cocina donde estaba mi mamá.
