Shot, Truth or Dare

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La semana en Family Video es inequívocamente tortuosa y cansadora, repetitiva. Cada final de turno conlleva la llegada de un estado de hastío, en su nivel más bajo quizá puede pasar desapercibido como aburrimiento. No lo mal entiendan, está infinitamente agradecido con Robin por mover los hilos y las influencias con Keith para que aceptara contratar a su pobre alma de estudiante repetidor necesitado de ingresos monetarios no ilícitos y pagarle por desperdiciar su tiempo en una tienda de renta de películas; sobre todo cuando el año pasado medio pueblo aún era incapaz de creer en su inocencia y todavía lo consideraba un asesino serial satánico que estaría dispuesto a robar el alma de cualquiera de ellos de la manera más despiadada y a sangre fría que podrías imaginar, incluso cuando lo único que era mentira ahí es que el operario de dichas atrocidades no era él, sino Vecna, en todo lo demás probablemente la gente no estaba muy equivocada, definitivamente esa versión aterradora y demoníaca de Fredy Kruger con superpoderes estaba dispuesta a hacerlo.

Y en un principio se podría decir que disfrutaba estar ganando dinero de manera decente, sin embargo, ahora, año después de haber comenzado, las largas horas detrás del mostrador imaginando escenas irreales en las que entra un extraterrestre o algo similar para llevárselo de ahí y acabar con su miseria o para llevarlo a explorar el universo, a través de las galaxias, cúmulos y nebulosas brillantes, de remolino y espolvoreadas de polvo espacial se han vuelto demasiado comunes, como, irrelevantes, y después de casi un año, casi que se está quedando sin imaginación para agregar variantes a esa historia de fantasía, lo que en sí es lo menos metal y sí lo más drogadicto promedio que se ha permitido idear en esa cabeza suya cubierta de rizos. Más de alguna vez su mente traicionera se ha desviado a temas que quizá no son aptas para mencionar ante una audiencia de menores de edad, lo cual es ridículo si pensamos que se trata de él junto a un ser externo al planeta tierra, pero inevitablemente interesantes, las posibilidades en ese caso son aparentemente infinitas, y sin embargo, no es algo que deba analizar en demasía en un territorio público, y mucho menos, con un compañero de trabajo mucho más llamativo y tangible que el ente de sus fantasías a pocos metros de él.

El susodicho actualmente está concentrado en tragar por los ojos el contenido de una revista sobre moda, revista que de hecho, está pasada de moda, porque es del año pasado y ya la ha leído al menos cinco veces. Sus ojos se mueven cansados por encima del papel entre sus manos, manos firmes y marcadas de color caramelo que desencadenan su toque en dedos cubiertos por uñas cuidadas, cortas y limpias, dedos aparentemente suaves acariciados por uno que otro vello en el dorso. Sus pestañas bailan sobre sus mejillas cada vez que sus párpados se cierran, lentos y suaves, hidratando el ojo. Su entrecejo se frunce casi imperceptiblemente al concentrarse profundamente en la lectura, lo cual es divertido, porque él mismo ha admitido que realmente no tiene nada de interesante y sólo son aburridos consejos y estereotipos para que la gente se siga comiendo la cabeza para estar a la moda y ser el centro de atención, muchas veces sin lograrlo realmente. Quizá la primera vez la leyó con real interés esperando conseguir algo para su propio beneficio, aunque fuera una revista vieja, y sin embargo, le pareció ridícula desde la primera palabra, y no es que él sea un modisto experto, pero por favor, todo eso es tan...de manual, que da náuseas.

Como sea, el idiota, el perfecto idiota se ve exquisitamente hermoso leyendo un jodido trozo de papel, andrajoso y old-fashioned. Y puede que haya pasado demasiado tiempo admirando su rostro, esa mandíbula cuadrada y sus labios levemente fruncidos en desacuerdo ante lo que absorbe su cerebro desde la revista semi descolorida, porque una fuerza invisible tira de sus comisuras transformando la mueca en una sonrisa burlona antes de soltar:

—Munson, si me miras tanto me gastaré.

Aún sin despegar los ojos de la revista, sus ojos brillaron con diversión escondida; no es la primera vez que Eddie observa ese brillo proveniente de esos ojos color miel, y parece tan indescifrable, porque ni siquiera es que se esté burlando de él, al menos no por completo, es casi como si disfrutara cada vez que encuentra a Munson mirándolo un poco más de lo debido, como alguien que sabe que nunca se dejará llevar por ello pero que le encanta que esté ahí, sucediendo una y otra vez para su deleite, quizá subiendo su ego al darse cuenta que no sólo recibe atención por parte de las chicas, pero con un deje de inocencia, puede que real puede que fingida.

Diez Segundos | Steddie One-shotWhere stories live. Discover now