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Todos se movían de un lado a otro, en el acomodado barco “MobyDick” del rubio mucho más alto esperando que esté terminara la reunión con sus comandantes para ir a jugar sus partidas contra los piratas de Gold Roger de fin de semana.
Rayleigh estaba cansado, llevaba durmiendo mal últimamente y se notaba en su cansado rostro. Las ojeras marcadas y sus ojos pidiendo a gritos algo de paz.
Miró la espaciosa amaca de excelente tejido de Edward Newgate, vacilando unos momentos, para finalmente acostarse a lo largo de este sonriendo al sentirse hundir levemente, pero era algo realmente cómodo, cerró sus ojos unos segundos, no tomaría mucho a decir verdad, sólo sería... Un pestañeo.
—Bueno, eso creyó el rubio—, pero simplemente se quedó profundamente dormido. Todos los tripulantes observaron al espadachín dormir como un bebé y un “aww” se les escapó. Roger les gruñó discretamente y se acercó a Rayleigh para acostarse a su lado; por inercia el cuerpo de Rayleigh apresó el cuerpo del pelinegro en un abrazo de oso.
Roger sonrió consiente de todo y feliz con el resultado de todo, dejó pequeños besos en el cuello del rubio, embriagandose, con su aroma a duraznos, característico del shampoo que el rubio usaba.
Adoraba el suave aroma que esté portaba y como incluso al caminar de un lado a otro, cuando salían todos juntos, lo podía percibir.
Ignoró como todos miraban la escena con una sonrisa en la cara, pero luego de captar la indirecta de sus miradas...—No homo, chicos no se hagan ilusiones.
Todos suspiraron, el capitán Roger era un lento total.
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