Johnny aún no logra entender como de un día para otro se enamoro perdidamente de su pequeño mejor amigo, Mark Lee. Simplemente un día se levantó y su manera de verlo cambió, por lo que está decidido a no perder a su rubio hermoso.
Así que mejor mane...
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Los minutos en aquel salón de clases se le estaban haciendo eternos, Johnny golpea con su lapicero la mesa repetidas veces, impaciente de que el tiempo no avance. Su profesor de diseño industrial no dejaba de hablar sobre la historia de un viejo edificio, el pizarrón estaba lleno con medidas, líneas y números, tenia tantas cosas escritas que su propia cabeza comenzó a doler. Y aunque su carrera podría ser el motivo principal por el que su mente está hecha líos, en este momento no es por causa de trabajos de la universidad, ni tampoco por otro sermón de su padre, sino por cierta persona.
Desde hace varios meses el torbellino en su mente solo puede concentrarse en algo, o más bien, en alguien. Johnny esta inquieto por ver a Mark, lleva semanas sin ver a su mejor amigo que esta ansioso por salir de la universidad e ir a buscarlo. Su celular suena en su bolsillo, inmediatamente lo toma al reconocer el sonido específico que configuró para el menor, así el mensaje de Mark se muestra en la pantalla cuando Johnny lo enciende.
"¿Ya vienes?" "Mamá me está preguntando si vas a quedarte a cenar, quiere que pruebes su nueva creación de postre"
Su sonrisa se expande al leer los mensajes, seguido de los stickers de ositos que Mark siempre le manda, es algo que siempre le ha parecido muy adorable del menor, realmente siente que Mark en un osito todo pequeño y tierno.
Los ojos de Johnny se apartan un segundo de la pantalla solo para ver como todos sus compañeros escriben apresurados en sus portátiles, maldice al verse perdido por quinta vez en la clase, así que como puede Johnny teclea su respuesta procurando no ser sorprendido por su profesor, para después preguntar que diablos se supone tendría que estar haciendo.
Y es después de unos tortuosos y largos treinta minutos que Johnny sobrevive y por fin es libre, sin perder tiempo rápidamente toma sus cosas y camina hacia el estacionamiento junto con Yuta, quien es uno de sus mejores amigos en la universidad, aunque Yuta y él llevan mucho más tiempo conociéndose, prácticamente desde la escuela media donde también estudiaron juntos, por lo que ambos conocen muy bien la vida del otro, llevan una buena amistad aparte de tener el mismo círculo social.
─Estoy muerto, solo quiero llegar a mi cama y podrirme ahí todo el fin de semana ─Yuta se queja y masajea su cuello del dolor que le dejo estar toda la noche terminando una maqueta.
─Ya somos dos.
Johnny ríe, dándole la razón a Yuta, mientras ambos guardaban sus cosas en sus respectivos autos.
─Aunque si se atraviesa una fiesta, ¿Quién soy yo para negarme? Me urge ahogarme en alcohol, tal vez así me olvide el porque yo mismo elegí esta carrera de mierda.
Yuta cerro los ojos sonriendo, alucinando con ya sentir un buen vodka quemar su garganta. La felicidad se plasma en su rostro de solo imaginarlo, el alto le termina por dar un golpe para sacarlo de su burbuja de ensueño.
─Hombre, ya me emocione, vamos a tomar algo. Puedo llamar a Taeyong para que traiga a sus amigos los estudiantes de leyes ─el golpe no pareció afectarle, al contrario lo ignoro y saco su celular, buscando el contacto del coreano para llamarlo ─Esos tipos siempre están dispuestos alcoholizarse, puedes invitarlos un lunes en la mañana y ellos llegan.
