Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
En otro rincón, la directora se encontraba en un exuberante jardín, entregada a la tarea de regar algunas plantas. El sol acariciaba su rostro mientras ella, con aparente tranquilidad, se sumía en la actividad. El murmullo de la naturaleza y el aroma de las flores creaban un escenario que contrastaba con la tensión que se vivía en otros lugares.
De repente, la escena se vio interrumpida por la entrada ruidosa de Sir Thaddeus. Sin consideración, irrumpió en el espacio de la directora con una lista de problemas que requerían su atención inmediata.
—Directora, Ambrosius se niega a salir de su habitación. He contactado a la academia de doctores, pero aún hay muchos heridos y la falta de agua sigue siendo un problema. ¡No podemos permitirnos más demoras! —exclamó Sir Thaddeus, con un tono que denotaba frustración y desesperación.
La directora, aparentemente imperturbable, continuó con su tarea de podar las hojas de un árbol con flores, como si la situación no le afectara en lo más mínimo. Sus gestos eran precisos y deliberados, creando una imagen de serenidad fingida.
—Oh, Sir Thaddeus, siempre tan diligente en señalar lo obvio. —respondió la directora con una sonrisa apenas perceptible, sin levantar la mirada de su labor. —La academia de doctores hará lo suyo, y el agua fluirá cuando sea el momento adecuado. Mientras tanto, permíteme disfrutar de la paz de este jardín. a la reina le gustaba este lugar y debo cuidarlo por ella...
La directora, con su actitud apacible, dejó entrever una paciencia calculada, como si estuviera disfrutando del caos a su alrededor. La tensión entre la realidad cruda y la fachada de serenidad parecía la de un muerto.
El caballero se acercó con curiosidad a las plantas que la directora cuidaba con tanto detalle. Intrigado, preguntó: —Directora, ¿a qué presta tanta atención? ¿Son solo plantas comunes?
La directora, sin dejar de podar las hojas con destreza, respondió con calma: —Oh, Sir Thaddeus, estas plantas son mucho más que simples adornos. —Se detuvo frente a una planta de Aconitum y señaló sus delicadas flores púrpuras—. Esta es una Aconitum, también conocida como "aconito" o "napelo". Es hermosa, ¿no lo cree? Se dice que quienes la coman pueden ponerse algo ya sabe....dementes...
Antes de que el caballero pudiera responder, la directora lo detuvo cuando intentó oler el Floripondio que se encontraba cerca. — No se moleste en acercarse tanto, Sir Thaddeus. Este Floripondio es una maravilla de la naturaleza, pero sus encantadoras flores esconden secretos peligrosos. —La directora continuó con su explicación mientras alejaba delicadamente al caballero—. Inhalado, el aroma del Floripondio puede ser intoxicante y mortal. Claro te recompensara con un hermoso aroma pero yo investigaría sobre ella antes de oler algo en un jardin que claramente dice en la puerta flores venenosas...
El caballero frunció el ceño, ahora más cauteloso. —¿Veneno en un jardín así?
La directora asintió con una sonrisa enigmática. —La belleza y el peligro a menudo van de la mano, hay cosas tan hermosas son son inefablemente peligrosas . Es cuestión de cómo sepa manejarlos. Además, este Aconitum aquí, si se ingiere, puede tener efectos interesantes en la mente humana. Genera un sabor especial, aunque a un costo considerable. Los exploradores pagaron con sus vidas por encontrarla en los bosques. La directora continuó su explicación. — Estas plantas, en particular, no solo son hermosas, sino que tomaron vidas de valientes caballeros que se aventuraron en los bosques para traerlas aquí. Sin embargo, su sacrificio no fue en vano. —La directora recogió algunas hojas de Aconitum y Floripondio con cuidado—. Cuando se manejan adecuadamente, estas plantas pueden ser ingredientes exquisitos en la preparación de un té.
