Uno

4 0 0
                                    

Su nombre resuena en mi cabeza.
El olor a gasolina se siente ahora como un ligero recuerdo en mi mente. La luz de amanecer se cuela por las ventanas y el recuerdo de su piel contra la mía se me hace erizar los bellos de los brazos. Acostada en mi cama los recuerdos vienen a mí como mi mantra sagrada. Cada salida han resultado en pequeños fragmentos de emociones contenidas.
Suaves labios sobre mi, su respiración cerca de mi sacando a flote mi sonrisa nerviosa. El sonido de mi risa muriendo entre sus labios.
–Bea —su nombre se siente ajeno en mi boca.
Han pasado no más de 1 hora desde que el sonido del coche se perdió entre el amanecer.
Todo se siente tan extraño y tan familiar al mismo tiempo; su pelo enredado entre mis dedos hace que mis manos hormigueen deseando el contacto de nuevo.
Mis manos deseando recorrer su cuerpo a forma de adoración; que mi boca recorra los pequeños cabellos bajo su nuca, las emociones explotando dentro de mi al sentir su cálida piel, desamarrando su cabello aún húmedo por la ducha. 
Ella bajó de mí con sus pequeños ojos apenas observando, él sentimiento de pertenencia no deja ni por instante irse del lugar.
Este momento se siente tan especial y al mismo tiempo tan triste.
Los vidrios de coche están empañados y solo puedo recordar los suaves jadeos sobre mi oreja y la humedad de su boca recorriendo mi cuello.
Hace unos momentos estábamos hablando de todo y nada y ahora está sobre mí con sus pequeños ojos llorosos, su cabello despeinado y la blusa a mitad del pecho.
Clavo mi mirada por un instante en ella y es la vista más perfecta que pudiera tener.
Mis manos se dirigen a su cara, moviendo los pequeños cabellos revoloteando alrededor de su cara. Acercó su rostro al mío y puedo sentir su respiración en mi nariz. Sus pequeños labios me llaman, se miran como un fruto prohibido que quisiera comer día con día y así lo hago. No me resisto y nuestras bocas se juntan con benevolencia. El sabor familiar de su lengua, extendiéndose por toda mi boca, haciendo explotar múltiples estímulos en mi cuerpo, mis manos en su pelo, los pequeños mechones castaños y rubios resbalándose entre mis dedos. Un tirón y otro y su boca emite suaves jadeos que logran encender mis más bajos deseos.
La quiero ahora, desnuda sobre mi, pidiendo con esa dulce voz más por mi.
Mis manos recorren su espalda, desabrochando su sostén, su pecho cae sobre el mío y la sensación se siente tan familiar y tan perversa el mismo tiempo.
Nuestras bocas nunca separándose, ¿cuánto ha pasado? Más de diez minutos si.
Mis manos inquietas se aventuran bajo su blusa y el toque es mínimo, pero me hace querer más. Con temor de arruinar la noche mis manos estrujan la suave piel bajo mis dedos. Estimulando con torpeza los suaves botones que se derriten entre las yemas de mis dedos.
Un suave susurro saliendo de ella. Mi boca se muere por probar ese lindo camino de lunares que van desde su cuello, hasta esa suave piel que mis manos recorren con sumo cuidado. Así lo hago, su piel es cálida y tersa en mi boca, cúmulo de emociones que motivan a desplazar mi lengua por todos ellos.
La incertidumbre de si lo hago bien me tortura, pero el gimoteo, me demuestra que tal vez no todo está tan mal.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 13 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Octubre Donde viven las historias. Descúbrelo ahora