Capítulo 17: Papá se hará cargo

202 23 13
                                    

Como le llamó Elizabeth, Edvin Marcovich había llegado prácticamente corriendo a buscarla.

La tenían retenida en la sala de becarios con dos guardias de seguridad en la puerta como si fuese una terrorista.

Al entrar, Edvin se encontró con un desastre de desesperación y llanto.

Elizabeth se lanzó rápidamente al abrazo de su padre.

—A ver, Eli —le dijo Edvin separándose de ella solo lo suficiente para hablar—. ¿Qué paso?

—Maia me agredió, papá—sollozó en respuesta—. Me dio una bofetada y ya sabes lo impulsiva que soy. Cuando tomé el café de la mesa yo no sabía que estaba caliente.

—Por dios, ¿Qué hiciste? —preguntó consternado.

—Se lo arrojé encima—ante su revelación, Edvin palideció hasta volverse casi transparente—. La están revisando en enfermería y dice que me va a demandar. ¿Puede hacerlo? ¿Puede enviarme a la cárcel?

Edvin apretó los labios.

—Bueno—rebusco en la enciclopedia de leyes que era su cerebro—, si le queda una marca o algún daño grabe. Sí, puede demandarte—Eli soltó un lamento agudo—. Pero espera—le tomó ambas manos entre las suyas—, si dices que ella te agredió primero, entonces no creo que tengas problemas.

—¿En serio?

—Sí. Mira, primero hay que ver que tan grave es el daño. Tal vez ni siquiera deje marca.

—Sí—asintió enérgicamente—, no estaba tan caliente tampoco.

—En el peor de los casos, si necesita tratamiento lo pagaremos.

Elizabeth arrugó su rostro en negación.

—Mamá se va a enojar—Edvin desvió la vista—, esto le va a dar la razón, tú lo sabes. Va a decir que soy yo la problemática, pero te aseguro que es Maia—apuntó como si se encontrase a un lado—, ella está celosa de mí porque soy más joven y más bonita. Hasta piensa que le quiero quitar al señor Tashibana.

—¿Qué tú qué? —se alarmó.

—Se lo dijo a mi compañera. Dice que yo voy por ahí coqueteando con los socios, pero es mentira.

—Eli. Pero ¿él te dijo algo o por qué cree eso?

—Ay, papá, claro que no—aseguró en hastío—. Si te lo estoy diciendo es porque, si ella dice algo, tú no tienes que creerle nada.

—No es que quiera acusarte, es solo que esa idea no me gusta para nada, Elizabeth. Se supone que debes alejarte de ese sujeto, no entiendo por qué Maia inventa eso entonces.

—Pues porque está celosa.

—¿Así? ¿Por nada?

—No lo entiendes porque es cosa de mujeres—afirmó soltando las manos de su padre—. A las chicas como yo siempre nos pasan este tipo de cosas. Nos inventan rumores sin ninguna provocación. Me crees ¿verdad?

—Hija, no es que no confié en ti, solo que lo que me dices me parece muy raro.

—Si no me crees—le reclamó— vamos a preguntarle a mi compañera Roberta, ella te dirá que Maia se está inventando todo. Claro—bajo la voz—, cuando me dejen salir de aquí.

—Está bien—suspiró tras verla un rato—, te creo. Solo estaba preocupado porque... ya sabes.

—¿Por qué soy una zorra? —preguntó a la defensiva.

—Me refiero a que eres mala escogiendo pareja—ella torció los labios incapaz de negarlo—. No sé si hayas oído que nuestro jefe es algo mujeriego, es posible que ella diga esas cosas de ti, no por provocaciones tuyas sino de ese hombre. Y tú puedes ser muy ingenua cuando se trata de amor.

Costo y BeneficioWhere stories live. Discover now