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Aquel era un espectáculo grotesco. Trozos de vidrio en el suelo, sillas volcadas, manchas de sangre en la alfombra.
Eran su sangre y sus huellas las que estaban alrededor del departamento y aunque no se podía negar que ocurrió un altercado violento, no se halló rastro del atacante. 
La policía dictaminó que estaba "desaparecida". El padre nunca más dijo una palabra sobre el tema. Su mujer había muerto un par de años antes y ahora perdía  a su hija mayor. Se refugió en su cabaña.No fue una sorpresa para nadie cuando cayó enfermo y murió poco después. Fue enterrado junto al lado de su señora, en el cementerio donde trabajó como velador toda su vida.

—  Abuela, no quiero ir a exhumar a mi madre.                                      

 — Debes acompañarme, Lucía. Tu padre ya no está para cumplir con los huesos de su esposa. Es nuestro deber cuidar de los muertos. Debemos honrarlos, así como un día tendrás que hacer tú conmigo. ¿ Has encontrado la cadena que te pedí? La que tiene la estampita del virgen.

— No. No estaba en casa de papá y estoy segura de que no fue enterrado con ella. Yo misma lo vestí. 

— Que pena, me hubiese gustado ponerla junto a la urna que llevará los huesos de tu madre. Ella se la regaló, ¿ sabes?

— Sí, nunca se la quitaba, era casi sagrada para él. No tengo idea de dónde podría estar. 

Los veladores trataron el nicho con mucho respeto.Dieron tiempo a que las mujeres calmaran su llanto, incluso pusieron una silla para la anciana, que respiraba con dificultad, con los ojos clavados en la tumba contigua : la de su hijo.
— Seremos rápidos señora — Aseguraron y con cuidado removieron la tapa de mármol. La expresión en sus rostros se transformó al mirar dentro par alcanzar la caja.
Murmuraron algo entre ellos y uno salió corriendo.
— ¿ Qué está pasando?
— Permanezca detrás señora.
— ¡ Qué pasa! — La vieja se puso de pie apoyándose en su bastón.
— Por favor, venga conmigo, esperemos en el salón — El velador intentó alejarla. — El cuerpo aún no...
El grito horroroso a sus espaldas lo interrumpió. Estuvo tan centrado en la señora que olvidó por completo a la nieta.
Lucía se volvió hacia su abuela, con los ojos desorbitados. Intentó hablar, pero no lo  conseguía.
Encima del ataúd  de su madre, con los retazos de piel putrefacta desprendiéndose de sus huesos y la mueca de horror en el rostro descompuesto, estaba el cuerpo de su hermana. Aún llevaba la cadena de oro de su padre enredada entre los dedos de su mano huesuda.

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⏰ Última actualización: Oct 30, 2023 ⏰

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