❥𝟶𝟺; ❛𝙰𝚌𝚝𝚘 𝚛𝚎𝚏𝚕𝚎𝚓𝚘❜

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Septiembre 2020

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Septiembre 2020

Había pasado todo el día con mi mamá y Ali por las calles de Turín, buscando una casa para mi progenitora. La verdad, yo no tenia prisa porque se fuera de la casa de Paulo. Es más, ella y Alicia eran las que evitaban que nos terminemos matando en algún momento, porque él con sus actitudes de mierda hacia mi me hacían tener ganas de envenenarlo con veneno para ratas, y él con su odio –el cual no sé porque es si yo no le hice nada malo, aparte de firmar ese contrato amenzada– hacia mi quería hacer lo mismo.

Aparte, ella al ser la única que sabia del contrato además de nosotros dos, era mi confidente.

Pero, como dije, es la casa de Paulo. Y supuestamente sería un tiempo el que se quedara acá y también ella quiere su privacidad.

Suspiré entrando a la casa y rodé los ojos cuando, yendo a la cocina, me encontré con un vestido a mitad de camino.

"Dios, dame paciencia", supliqué para mis adentros.

Lo agarré y empecé a subir las escaleras con dirección a la pieza. Entré abriendo la puerta con brusquedad, asustando a los que estaban adentro. Paulo al instante cambió su rostro a uno enojado al verme, pero la rubia seguía pareciendo un perrito asustado.

Con pasos calmados, fui agarrando su ropa interior y sus tacos baratos, para luego tirarles las prendas en la cara y el calzado en la punta de sus pies.

—Ya conoces la salida —le dije con voz neutra—. Y, ya sabes, nada de esto a nadie, ¿estamos? O yo misma me aseguro que nadie más te vuelva a llamar para ser modelito en alguna parte —la rubia asintió frenéticamente y le di una sonrisa bien falsa junto una mirada significativa a Paulo, antes de darme media vuelta para salir.

Volví al primer piso para abrir la puerta-ventana que da al patio para dejar entrar a Frida y Kaia. Retrocedí por instinto cuando la perra entró, no porque no me guste el animal, sino por miedo.

Yo de chiquita amaba a los perros, no había dia que no me vieran acariciando y jugando con ellos, sobretodo con los callejeros. Pero cuando tenía catorce años; quise acariciar uno de la calle, sin saber que este me iba a atacar y morder a la altura de la cadera, donde todavía tengo las cicatrices. Desde entonces, a los perros desconocidos y los que no les tengo confianza me dan completo terror, siempre con el miedo de que alguno me vuelva a atacar si me acerco demasiado.

Igual, sé que con Kaia mi miedo no va a ser para siempre, solo tengo que superarlo, ya me lo propuse con ella y los de Sele. Se nota demasiado que a Kaia le gusta que la acaricien y jueguen. Es como con los perros de Lean, mi familia, y, bueno, mi perrito que murió; me costó demasiado acercarme a ellos pero ahora lo hago como si nada.

Después de eso, comencé a hacer la cena. Mi mamá y Ali se habían ido a comer por ahí, y luego irían a pasear. O eso me dijeron.

𝙰𝚖𝚘𝚛 𝙿𝚘𝚛 𝙲𝚘𝚗𝚝𝚛𝚊𝚝𝚘 | 𝙿𝚊𝚞𝚕𝚘 𝙳𝚢𝚋𝚊𝚕𝚊 (Pausada)Where stories live. Discover now