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Ya habían comido y solo estaban conversando sobre sus vidas, conociéndose.

El le había contado que no tuvo una infancia traumática, tuvo siempre lo necesario a pesar de que siempre estuvo rodeado de lujos y dinero.

Sus padres no querían que se convirtieran en unos egosentricos vanidoso. Les enseñaron a ganarse las cosas y trabajar para conseguir lo que quieren.

Él era menor que su hermano,  que su hermano siempre quiso estar a la cabeza de la empresa pero que su abuelo no lo veía con firmeza para esa responsabilidad,  siempre se conseguía a mujeres que solo quería estar tras su dinero y su posición.

—¿Y por qué tú? — dijo ella dando un sorbo a su segundo café — no es que tú no seas un buen empresario, y lo eres porque tu abuelo te quiere al frente, pero ¿Porque tú especificamente? Pudo ser cualquier otro familiar, tu padre incluso.

— Es que desde joven preferí hacer las cosas por mi cuenta sin que me impusieran alguna orden, digamos que eso me hacía el rebelde de la familia, pero a mi abuelo eso le agrado, gracias a esos impulsos he conseguido buenos contratos.

—Como casarte conmigo

—exactamente, pero más que un contrato es una unión que no quiero que se disuelva por nada del mundo.

— ¿Y por qué no les has dicho que estabas casado?

— porque mi esposa aún no lo sabía. Y no te he dado tu anillo de compromiso aún.

—Ni el de matrimonio.

—¿Ves porque no podía decirles?

—¿Que pasará cuando se enteren de como le conociste?

—¿Cómo que qué pasará? Nada tiene que pasar, me la suda lo que piensen. Eres mi esposa, eso es lo que me importa.

—¿Si pero y si no te dan la presidencia por eso?

—Mejor, tampoco es como si eso me quitará el sueño, soy independiente Barbie, puedo tener mis propios negocios y desligarme de mi familia.

—pero yo no quiero que dejes a tu familia por mi.

—no la estaría dejando por tí, si no por mí, no voy a estar con personas que no te acepten, tu ahora eres mi familia, —dijo tomando su mano por encima de la mesa colocando un anillo de diamante rojo con incrustaciones de pequeños diamantes alrededor.— y nadie es más importante que tú.

—¡Oh! Eros esto... Esto es realmente hermoso.— dijo con los ojos cristalizados. Nadie le había regalado algo así, tan costoso .

—me alegra que te guste, tiene meses guardado esperando estar en tu dedo.

—Gracias,— dijo agarrandolo por su camisa ya que no tenía corbata y lo atrajo hacía ella para darle un beso.

Él la tomo de su nuca para profundizarlo más y con su otra mano le acaricio el muslo.

Se frenó mentalmente, estaban en un restaurante importante y seguramente uno que otro paparazzi ha de estar por ahí buscando cotilla para el siguiente día.

—¡vaya, vaya¡ Sabía que te volvería a ver.— una voz masculina interrumpió el apasionado beso.

Barbara reconoció la voz e inconscientemente se pegó a Eros, acción que él no pasó por alto, y la rodeo con su brazo, estaba temblando. ¿Porque?

—¿No vas a saludarme, Barbie?—Barbara se estremeció al escucharlo llamarla así, y el hombre se dió cuenta y sonrió ampliamente.

Eros frunció el ceño al darse cuenta del efecto que ese hombre tenía en ella. ¿Quien demonios era? Y lo más importante¿Porque le decía Barbie a SU BARBIE, solo el tenía que decirle así, nadie más.

—¿Y tu eres?— dijo Eros al ver que Barbara no tenía intenciones de hablar, y tampoco quería que lo hiciera.

— eso pregunto yo ¿Quien eres tu? — contra acato el hombre.

Era un castaño alto no tanto como Eros pero  casi igualaban en altura delgado, con ojos color café, piel morena,

—Vamos a casa. — le dijo Eros a Barbara al notar que una de sus piernas estaba moviéndose con nerviosos, en cualquier momento iba a entrar en pánico y no era bueno estar en un lugar público.

Ella solo asintió y ambos se levantaron se su asiento ignorando olímpicamente al hombre recién aparecido.

Eros no tenía intenciones de dirigirle la palabra, era un maleducado de primera, le pregunto quién era y le respondió con otra pregunta, así que no, no hiba a prestarle la más mínima atención.

En cambió su esposa, ella si lo necesitaba, estaba empezando a hiperventilar por el hecho de que el hombre coloco una mano en el hombro de ella para detenerla.

—Oye, solo quiero hablar contigo. No sé nada de tí.

—Yo...— intento hablar pero tenía un nudo en la garganta que no se lo permitía, quería llorar— Yo... No...

—Como vuelvas a tocar a mi esposa te corto la mano.— dijo Eros sacando la mano del tipo del cuerpo de su esposa. —alejate no sé quien demonios eres pero, está más que claro que ella no quiere verte, le afectas.

Dijo saliendo del restaurante dejando un murmullo de personas detrás, pero eso no le importaba lo que realmente le importaba era su Barbie, no estaba bien le estaba clavando las uñas en su brazo, a pesar de que tenía una chaqueta casi podía sentirlas.

—es normal hemos tenido un pasado juntos.   — dijo el hombre una vez estaba la pareja frente al carro.

Algo el Barbara hiso Click y reaccionó, se giró y le cara del hombre giro de la cachetada que ella le propinó.

—No vuelvas ha dirigirme la palabra nunca más, me das asco Jeremías, sino hubiera Sido por mi hermano yo... — Barbara no pudo evitar soltar algunas lágrimas, las que limpio bruscamente con el dorso de su mano. No iba a ser débil frente a él, no más.

—Barbie, yo solo quiero que hablemos, esa vez yo...

—me importa una mierda lo que me quieras decir, para mí moriste junto con mi hermano.

—No, espera— dijo deteniendo la puerta que Eros había abierto para ella.

¿Pero que le pasaba a ese tipo? Eros  había perdido la poca paciencia que le quedaba, iba a romperle la nariz a ese imbécil de no ser porque su Barbie lo detuvo.

— Alejate de mi vida Jeremías, o una orden de alejamiento será lo que obtendrás de mi nuevamente.

— No es necesario llegar a esos extremos.— dijo Jeremías

—¡Intentaste violarme imbécil!— le grita Barbara.

¿Violarla? Ese hombre no merecía vivir por haber tocado a su Barbie. ¿Cómo se le ocurría querer habusar de ella?.

—Largate— dijo Eros con los dientes apretados por la ira, en serio quería golpearlo.— o te juro que te muelo a golpes aquí mismo imbécil de mierda. Y no te acerques a mi mujer o te meteré tras las rejas.

— Yo... Eeeh... Claro, lo siento. — dijo Jeremías, con el ceño fruncido y un poco de enojo. No creyó haberle echo tanto daño a la Barbie, el pensaba que ella lo había entendido todo, pero parece que no.

Ella estaba tratando de controlar su respiración cuendo Eros la abrazo para consolarla.

— Tranquila, todo va a estar bien, estoy contigo.

—Te amo— le dijo a Eros, y este no pudo evitar sentir que su corazón brincara como un desquiciado queriendo salir de su pecho.

—Tambien te amo mi Barbie, ¿Okey? —le dijo sosteniendo la de las mejillas y limpiando el rastro de lágrimas que había dejado con sus pulgares. — soy el único que va a decirte así, porque me perteneces solo a mí desde que te ví, eres mía, mi mujer, mi esposa.

—Tuya. —lo dijo en un susurro volviendo a abrazarlo, si, era suya, y se sentía feliz de decirlo.

La Rubia Del Ceo (+18)Onde histórias criam vida. Descubra agora