Jamil Viper, un estudiante serio, encuentra en la cafetería su único refugio durante el tumultuoso día escolar. Gracias a la indulgencia de Kalim Al-Asim, Jamil ha obtenido un breve respiro durante la hora del almuerzo para relajarse y alejarse del...
Después de un día de clases, Jamil se dispuso a buscar a Leona para agradecerle por el elegante regalo que había recibido. No obstante, antes de que pudiera encontrarlo, se encontró de manera involuntaria en una conversación entre Leona y Ruggie.
Se quedó al margen, sin querer ser intrusivo, mientras Ruggie preguntaba a Leona sobre el regalo, "Leona, ¿por qué me mandaste para entregar el regalo en lugar de hacerlo tú mismo? Jamil pareció sorprendido por la sorpresa. Aparte, ¿desde cuando eres tan considerado? Vaya regalo..."
La respuesta de Leona fue sorprendentemente cruel, "¿Y por qué debería importarme lo que ese sirviente piense o sienta? Es solo un pañuelo y un abanico, una nimiedad."
Jamil sintió un nudo en el estómago al escuchar las palabras de Leona. Esperaba algo de distancia entre ellos, pero no imaginaba que la respuesta sería tan despiadada. Se alejó silenciosamente antes de que lo notaran y se retirara, sintiéndose herido y decepcionado.
Mientras Jamil se alejaba con el corazón pesado por las palabras crueles de Leona, él se dio cuenta de su presencia. Sus ojos esmeralda se posaron en Jamil, y por un momento, sus miradas se encontraron.
Sin embargo, a pesar de que Leona notó a Jamil y seguramente sabía que había escuchado su conversación con Ruggie, no hizo ningún intento por detenerlo o disculparse. En cambio, su expresión permaneció impasible, como si la situación no le importara en lo más mínimo.
Jamil decidió seguir adelante y alejarse. Ya había recibido suficiente decepción por un día. Caminaba solo por el pasillo, mientras las palabras de Leona seguían resonando en su cabeza. A pesar del gesto de regalarle el pañuelo y el abanico, quedó claro que Leona aún lo veía como un simple sirviente. Jamil luchó con sus emociones mientras buscaba un lugar tranquilo para reflexionar sobre la situación.
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Mientras Jamil continuaba su camino, perdido en sus pensamientos, sin darse cuenta, Kalim apareció de la nada a su lado. Antes de que pudiera protestar o hacer preguntas, Kalim lo agarró del brazo con entusiasmo y lo arrastró a través de los pasillos de la academia.
Kalim rió con alegría mientras lo conducía a través de una serie de pasillos y puertas secretas, "¡No preguntes, Jamil! Estamos a punto de vivir un momento realmente especial."
Finalmente, llegaron a un salón decorado con esmero y dedicación. Los colores predominantes eran el negro y el dorado, con toques de rojo intenso y azul profundo. Grandes cortinas negras adornaban las paredes, creando un ambiente de misterio y elegancia. En el techo, había lámparas que emitían una luz suave y cálida, creando un ambiente acogedor.
La mesa principal estaba cubierta con un mantel de terciopelo negro y dorado, sobre el cual se encontraban una variedad de bocadillos y pasteles exquisitos. Había mini sándwiches de pepinillos y caviar, tartaletas de frutas frescas y pasteles con detalles de oro comestible. Las bebidas se encontraban en copas de cristal y el ponche estaba listo para ser servido.
