40. Ángel guardian

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Siempre existen angeles a nuestro lado, incluso en los peores momentos.

Ellos no están a nuestro lado para pelear nuestras batallas, si no que están a nuestro lado para poder sanarnos de ellas, para compañarnos en los difíciles caminos y para esperar el día en que nos volvamos a encontrar con ellos en otra vida.

Ellos no están a nuestro lado para pelear nuestras batallas, si no que están a nuestro lado para poder sanarnos de ellas, para compañarnos en los difíciles caminos y para esperar el día en que nos volvamos a encontrar con ellos en otra vida

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DONES Y MALDICIONES.

CAPITULO :

Ángel guardián

Los ascensores habian dejado de funcionar, de un momento a otro.

Sin previo aviso habian quedado inmobiles, estaticos y cerrados, muchos de ellos aun con gente en su interior.

Hace solo unos minutos, despues de que nos habia dejado escapar, Marcus, habia cumplido su palabra de darnos una ventaja, pero como sabiamos, el debia seguir desempeñando su labor como Mistico.

El sujeto, apenas nos vio desaparecer por las escaleras, habia dado la alarma a la central del gran edificio, de que, tres de los terroristas de la agrupación el Ojo, estaban causando estragos en la nube y que pretendian escapar por las puerta de aquel centro comercial.

Por lo que el encargado de seguridad del lugar, habia activado el protocolo de emergencia para este tipo de problemas, un protocolo que hacia que la mayor parte de los aparatos electrónicos dejaran de funcionar dentro del centro comercial, ademas la escaleras mecanicas, puertas de emergencias y ascensores, quedaban totalmente fuera de uso y sellados.

Haciendo que el lugar, se convirtiera en una carcel.

Solo algunas pantallas de hologramas gigantes que se encontraban suspendidas entre las partes mas amplias de cada piso del gigantesco centro comercial, quedaba funcionando, dando las instrucciones ante tal emergencia.

Mientras tanto nosotros corriamos por los pasillos, pudimos ver como una de ellas mostraba nuestras caras, haciendonos saber que eramos profujos, y que estabamos en un gran peligro de ser acribillados en publico sin dudarlo por los agentes.

- Debemos tratar de llegar a alguna salida que este libre - dijo Sayen mientras seguiamos corriendo.

Depronto de un reflejo instantaneo pude tomar el brazo de la muchacha y con mi pierna empujar a Aukan para que callera al suelo, mientras que a Sayen la mantuve detrás de un pilar de concreto.

Las rafajas de balas salpicaban, grandes trosos del cemento del pilar y trozos de vidrios que eran reventados con los balazos de las grandes vitrinas.

Miré los ojos de Sayen, estaban sorprendidos de que las cosas llegaran hasta este punto.

Su respiración estaba agitada y soltó un breve pero angustiante quejido, como quien te lanza al agua congelada.

Aukan por otro lado, poco a poco se fue arrastrando hasta quedar seguro cerca de nosotros.

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