Capítulo 0 "Nueva vida"

339 32 5
                                    

Quisiera recordar todo lo que me sucedió, cómo quisiera recordarlo todo, pero según mi psicólogo tuve un fuerte trauma por lo que mi memoria bloqueó algunos sucesos que me llevaron a un estado dónde no hablaba ni toleraba a nadie.

Ahora ya pasaron dos años y medio, no volví a la universidad. Iba todos los días a ver a mi hermano al hospital, deseando que despertara, no recuerdo qué pasó para que cayera en ese estado. A veces cierro los ojos y trato de concentrarme con la intención de recordar así sea solo un poco, pero no puedo, tengo lagunas en mi memoria.

En las sesiones que tuve solo hablaba de ese enmascarado que me buscaba, que quería dañarme, ahora ya no está, mamá dijo que murió en un incendio, lo cual me hace sentir más tranquila. En todo este tiempo no ha pasado nada fuera de lo común a mi alrededor, por eso supe que ya todo era diferente. Esa pesadilla había llegado a su fin.

Me alejé de mis amigos, desconfiaba de todos, hasta que ellos simplemente no aguantaron más y se fueron. Mi vida cambió tanto, lo poco que logro recordar era una vida llena de amistades y risas, ahora mi vida se reduce de la casa al hospital, de ahí a la fundación, después a mi casa nuevamente. Estoy como voluntaria en una fundación que ayuda a los más necesitados. Mamá se la pasa día y noche en el hospital, no deja a Mich solo ni un segundo. Todos esperamos ese día en que abra los ojos.

Yo estuve un año y medio internada en un psiquiátrico, hasta que poco a poco fui mejorando. Actualmente tengo sesiones con la psicóloga una vez a la semana.

Mamá propuso que nos mudaramos a un pueblo vecino, ella quería que estuviéramos en un ambiente diferente y así poder dejar el pasado a un lado. Vendió la casa y apenas compró la otra gestionó el traslado de mi hermano.

Hoy era noche buena, mamá había organizado la cena de navidad y había decorado la casa. La convencí de hacer todo eso para distraernos un rato.

Me puse un vestido color salmón que llegaba a mis rodillas. Ajustado en la parte del torso y suelto de la cintura para abajo, acompañado de unas zapatillas negras. Cepillé mi cabello y lo dejé suelto.

Hoy éramos tres en la mesa. Hacía falta papá y Mich, pero decidí no pensar en esos recuerdos que eran dolorosos. Bajé las escaleras y sonreí al ver a Nick; ese hombre que había estado conmigo desde que salí del psiquiátrico. Él nunca se dio por vencido, estuvo ahí apoyándome, al principio no confiaba en él, en realidad en nadie. Hasta que poco a poco lo fui superando. Nick fue comprensivo, amoroso, cariñoso, ha sido muy paciente conmigo y eso lo aprecio. Él fue quien me presentó al gerente de la fundación donde estoy como voluntaria. Me siento mucho mejor que antes porque poco a poco he ido recuperando mi vida.

—Te ves hermosa, América. —Nick me dio un beso en la mejilla. Él me sonrió, sostuvo mi cintura y me atrajo a su cuerpo—. No sabes lo feliz que me haces.

—¿Hace rato que llegaste? —pregunté avergonzada de que llevara mucho rato esperándome.

—Unos quince minutos. Pero no pasa nada, a ti te esperaría todo el tiempo si es necesario. —Sonreí en respuesta—. América, se mi esposa.

Nick llevaba un mes insistiendo en que nos casaramos, él sabía que yo no me sentía en condiciones para hacerlo. Aún no podía, no estaba bien emocionalmente. Como también sabía que parte de mi recuperación se la debía a él, porque se había encargado de mí mientras mamá se la pasaba en el hospital con Mich, y de alguna forma yo me había  acostumbrado a sus cuidados y a su cariño. Prácticamente mamá me arrojó a sus brazos, no es como si la estuviese culpando, yo la entendía a ella, pues tenía muchos problemas. Mamá había dejado su trabajo, solo subsistiamos con la pensión de papá y sus reservas, y ya se estaban agotando, aunque una noche vi cuando Nick le dio dinero a mamá diciéndole que no dudara en decirle, ya que él era quien se hacía cargo de pagar el hospital donde tenían a Mich internado. Me sentía en deuda con él.

—Nick, yo... no sé si aún pueda corresponderte como lo esperas.

—Lo harás, poco a poco. Sin presiones. —Me dedicó una dulce sonrisa—. ¿Alguna vez te he obligado a hacer algo que no quieras?

—No, nunca.

—¿Aún no confías en mí? ¿Es eso? —preguntó con dolor.

—¡No! No es eso, es solo que me han pasado tantas cosas, que no sé si algún día pueda tener una vida normal.

—Claro que la tendrás, yo me aseguraré de ello. Tranquila. —Sostuvo mi mano y me dio un beso en el dorso.

—Está bien, pero después de que te gradúes.

—Sí, ya faltan solo unos meses. Unos meses y serás mi bella esposa. —Sonrió y me dio un beso en la frente.

Sangrienta obsesión Where stories live. Discover now