¿Y si tu mejor amigo sale con el que te gusta y te enteras de pura casualidad? ¿Qué harías? ¿Llorar como una mujer desconsolada, o...?
Tanjiro Kamado es un chico inteligente, con una cicatriz en la frente debido a un accidente que tuvo cuando tenía...
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Sólo para avisar, que, este capítulo contiene +13 y no es apto para menores.En cualquier caso de que estés con tus padres, te pido que te retires de la habitación o que dejes de leer en este mismo instante hasta llegar a tu casa si estas en casa ajena, restaurante o cualquier otro lugar, pues pueden encontrarte. Asegúrate de que no haya alguien detrás tuyo o un espejo donde puedan verte.
Única advertencia:
'Contenido sexual'
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La calentura llegó justo cuando entraron a la puerta del departamento del pelinegro. Pues, ya no se aguantaban y Giyuu ya la tenía demasiado dura con los coqueteos del menor. Le atraía demasiado el peliburdeos, lo anhelaba. Anhelaba y adoraba su toque, sus labios esponjosos y rositas eran probablemente lo mejor de toda su cara, pero tambien estaban sus lindos ojos que de igual manera que su pelo, eran burdeos.
Sin siquiera aguantarse más, lo besó, agarrandolo desprevenido, pero por el alcohol el contrario recibió gustoso sus labios.
Se separaron a causa de la falta de aire, agarraron más aire desesperados, sus corazones latían demasiado rápido a la par, fue un bucle de besos apasionados hasta que el pelinegro puso sus dotadas manos por abajo de la camisa de Tanjiro, las cuales eran frías a la piel tan cálida de Tanjiro, por lo que se sobresaltó, pero lo dejó pasar al instante. Pasó sus manos por todo el torso del peliburdeos, dejando huellas a su vez. Hasta que sus manos tocaron los pezones rosados de Tanjiro, los cuales él amasó con suavidad, pero la desesperación llegó a tal punto en el cual sus botones rosas se quedaron de un tono carmín por la estimulación en ellos. Mientras besaba al peliburdeos, amasaba todo el cuerpo, incluidos los muslos o los glúteos. Llegaron a la habitación, donde instintivamente Giyuu aventó a Tanjiro en la cama.
Lo acorraló de tal manera que no podía escapar o arrepentirse de ello.
- ¿Segura qué quieres continuar, bebé? - preguntó ansioso. Su polla palpitaba para que le atendieran con suma urgencia. Definitivamente iba a llorar si le decía que no, pero al ver su estado necesitado supo la respuesta, incluso si no se la decía, lo conocía demasiado bien.
