Oneshot

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ONESHOT.. UNA GRAN NAVIDAD
POR..Zafiro Granchester

Unos ojitos tristes, miraban a través de la ventana como comenzaban a caer pocos copos de nieve en un cielo absolutamente oscuro. El ir y venir de gente con las compras navideñas, y con un gran deseo de ver llagar a su papá.

— ¡ Dylan, Dylan... !

— Aquí estoy, mami

— ¿ Crees que, Papi llegue pronto?

— Por supuesto que si, mi amor . — ahora ven conmigo que han salido las primeras galletas .

—¿ Podré comer algunas mami?

— Ya veremos

Dos horas más tarde;

Terrence Grandchester bajaba de su coche, después de regresar de una gira de dos largos meses. Observó por unos minutos su hermosa casa, era pequeña tal vez para otros, pero para él y su esposa era más que perfecta.
Sintió un cosquilleo en su nariz antes de estornudar, acomodó el cuello de su abrigo y, tomando la caja que traía consigo, se dispuso a entrar a su hogar. En cuanto entró a la sala escuchó risas. Sonrió sin poder evitarlo.

—Ya estoy aquí —gritó en lo que colocaba la caja en la mesa de centro de la sala.

En menos de cinco segundos sintió las pequeñas manitas de su primogénito de apenas tres añitos.

— Yea, yea, regresaste antes de navidad, gracias papi —dijo el niño de cabellos castaños y ojos azules como su padre.

—Suenas como si tu madre te maltratara, Dylan —respondió dándose la vuelta para mirar a su adorada esposa que venía tras el pequeño.

—Tú eres el que suena como si yo fuera una mala influencia para mi hijo —intervino haciendo una mueca, la mujer de su vida.

Terry dirigió su mirada para observar a su hermosa esposa, quien tenía un poco de harina sobre la nariz y el mandil lleno de salsa. Su cabello rizado y sus hermosas pecas se tornaron rojizas en cuanto sintió la hermosa mirada de su amado esposo. Él admiraba esos hermosos ojos verdes que tanto lo atraían. Tenían un nuevo brillo, se veía feliz, de eso no tenía duda.

—Lo digo con esa intención. Tú eres una mala influencia para mi pequeño  — contestó con arrogancia. Y antes de que ella pudiera contestarle algo, él agregó—: Por eso eres la esposa y madre perfecta, Pecosa.

Ella sonrió antes de acercarse y depositar un suave beso en sus labios, que él hubiera prolongado a no ser por la insistencia de Dylan que estiraba de su abrigo para llamar su atención.

—Te hemos extrañado mucho, Terry —le dijo Candy una vez que se separaran —. ¿Qué trajiste? —preguntó mirando la caja que se encontraba sobre la mesa.

—Sí, papi, dinos ¿qué es?

—Ah, ¡eso! —contesto Terry, siguiendo la mirada de su pecosa—. Es que me encontré con Santa Claus en el tren y me dijo que eso era para ti, Dylan —explicó mientras tomaba la caja y la extendía hacia su hijo—. También me contó que te comiste todos los chocolates de mamá, ¿es verdad?

Dylan, abrió los ojos asombrado.

—No pensé que Santa Claus supiera todo lo que hacía —susurró el pequeño.

Candy sonrió, Terry sí que sabía cómo tratar a los niños. Detrás de esa máscara de frialdad y arrogancia, se escondía un hombre paternal y amoroso.

—¿Y Santa está enojado conmigo, papi? —preguntó el niño asustado.

—Muchísimo —respondió Terry sin dejar de mirar a su hijo—. No le gusta que los niños desobedezcan a sus padres, ¿sabes?

—Pero yo no quiero que Santa se enoje conmigo. —Haciendo una mueca y con sus ojitos llenos de lágrimas, contestó Dylan.

—A él tampoco le agrada estar enojado contigo, por eso me pidió que te diera este regalo con la condición de que prometas no volver a tomar los chocolates de nadie, y ser obediente con tu mamá, ¿lo prometes?

El niño asintió haciendo una señal de aprobación.

—¡Entonces ábrelo!

Y sentándose en la alfombra empezó abrir su regalo. Candy se acercó a su esposo y le susurró al oído "tramposo", para luego depositar un suave beso en sus labios. Terry aprovechó para murmurarle lo mucho que la amaba y la había extrañado. Ella le sonrió.

—¡Un avión! —Exclamó Dylan en cuanto abrió su regalo—. Papi, ¿jugaras conmigo?

—Por supuesto, campeón —contestó Terry, sentándose enfrente de su hijo.

—Pero, ¿qué les parece si antes cenamos? —intervino Candy.

—Sí, pero, ¿prometen que jugaremos?

—Jugaremos tu mami, tú y yo. ¿Qué te parece? —sugirió Terry dirigiéndose a su pequeño hijo.

—¡Sí! ¡Ustedes son los mejores papis del mundo! —gritó Dylan abrazando a su padre.

—Ah, y en siete meses seremos tu padre, tu hermanito, tú y yo —dijo Candy, dirigiendo su mirada a la de su esposo.

Terry se separó de su hijo para dirigirse hacia su pecosa muy sorprendido.

—¿Un hermanito? ¿Ya lo encargaste?

—Sí, así es —respondió Candy.
—Un momento... ¿ahora quién será el preferido de Santa?

—Los dos —dijo Terry, que por fin reaccionaba ante la sorpresa llevada—. Ambos se merecen el mismo amor y cariño.

Desde la calle se empezaron a escuchar los primeros grupos de villancicos. Terry se acercó a su esposa que se encontraba observando por la ventana, y, después de darle un tierno beso, le susurró al oído: "gracias, Pecosa ".

—¿Y qué te dio Santa para ti de Navidad, Papi?

—El amor de mi vida y una hermosa familia. Eso es más que Una Gran Navidad.

FIN.

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⏰ Ultimo aggiornamento: Dec 26, 2023 ⏰

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