Grinch.

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Temari.

¿Me veo ridícula? Quizás.

El que use un suéter navideño del Grinch me hace el recapacitar lo que una pequeña mujer es capaz de hacerme hacer.

Verla entrar con el mismo conjunto que el mío me hace sonreír de lado.

La ruda Temari siendo manejada por su novia que no mide más de un metro sesenta.

Por eso se ríen de mí.

No puedo decirle que no a ella.

Es que Hinata es Hinata.

Mi princesa.

Mi novia.

Ella chilla al verme.

Le ha gustado... Demasiado el verme con esta ropa.

Jamás la usaría si ella no me lo hubiera pedido.

Se acerca y yo bajo un poco mi rostro para verla completamente.

Soy más alta que ella.

Busca mi mano y la sostiene sin tener intenciones de soltarla.

Cosa que de igual forma no dejaría que pasara.

—Te ves muy bonita Tema.

—¿Solo bonita? —sonrió acercándome mucho a ella, me encanta ponerla nerviosa—

—¿Eh? No... Te ves... —Pero no la dejo terminar y le plantó un beso que le debilitará las piernas por un rato.—

—...p-preciosa.

—Lo sé, al igual que tú. —acaricio su rostro y su cabello, se que a ella le gusta eso.— Mi novia es la más preciosa y tierna de todas.

Se preguntarán ¿Como nos hicimos novias? Pues... Eso fue algo que ella logró.

Digamos que ella me engancho tanto por su forma de ser que cuando me invitó a salir la primera vez, acepté.

Nunca aceptaba citas, no era lo que yo buscaba con una mujer.

Pero es que con ella... Era diferente.

Salimos y entre múltiples salidas le pedí ser mi novia.

La única oficial que he tenido.

Soy una persona que sabe muy bien lo que quiere y Hinata me calo tan ondo que ya no podía razonar bien.

Yo jamás perdía la cabeza por nadie.

Desde que acepte mi sexualidad sé lo que quiero de cada persona y cuándo lo quiero.

Pero de ella no solo quería tenerla un rato y ya.

No.

A ella la quería para hablar, para dormir, para jugar.

No sólo para follar.

No sólo para eso la quería.

Y he ahí el como una chica pelinegra logro enamorarme con solo ser ella.

Curiosa, divertida, inteligente, amable, armoniosa, pacífica, amorosa, cariñosa y con muchos más adjetivos que se adaptan perfectos a ella.

No sé cómo se enamoró de mí, pero lo que si sé es que no debemos tener una razón para amar.

El amor no se explica, solo sucede.

Y ella me sucedió.

Hinata.

Enamorarme de Temari pensé que sería el mayor problema de mi vida.

El hecho de que fuera una mujer que coqueteará con todas y que con ninguna mantuviera una relación me hacía creer que quizás yo sería igual.

Yo no quería tener lo mismo que el resto.

La quería a ella.

Porque a pesar de mostrar su lado duro con todos o como todos lo denominaban «su lado masculino» ella era amable.

La vi acariciar y alimentar animales callejeros.

La vi ayudar a señores con sus compras.

La vi haciendo cosas que alguien que se suponía ser una piedra no debía hacer.

Por ello no creía que dentro de ella no hubiera nada.

Y me negaba a pensar que lo único para lo que ella servía era para follar.

Ella me encantaba así que un día decidí que no esperaría más, que lo intentaría y si me bateaba pues bueno.

Nadie había muerto de amor.

La invite a una cita.

Y cuando aceptó pensé haber escuchado mal.

Ella no salía con nadie, por ello lo hice así sabría si en verdad tenía oportunidad con ella.

Sonreí.

De verdad tenía una oportunidad.

Y así fue como inicio todo.

Ella siempre me complacía.

Se hacía la dura pero al final cedía.

Solo me pedía besos (o me los robaba, mejor dicho) y aunque muchos crean que yo soy la que demuestra más amor en realidad ella es la que lo hace.

Ella no era muy cariñosa ni demostrativa de afecto y el que ahora lo haga conmigo es muestra de que si me ama.

Mi naturaleza es amar y la de ella proteger.

Acá puede aplicar muy bien eso de que no siempre el que se enamora primero es el que ama más.

Las dos nos amamos.

Y eso era suficiente para ambas.

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⏰ Última atualização: Jan 10 ⏰

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