Entre Muros y Miradas

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La neblina del amanecer se cernía sobre los muros fortificados de Alexandria Ron, un habitante de la comunidad caminaba entre las calles adoquinadas, su mirada fija en la aparente monotonía de la vida enclaustrada. Las rutinas diarias parecían ser la única constante en aquel mundo devastado por los caminantes. Un día, el murmullo de las puertas chirriantes interrumpió la calma. Los habitantes, en guardia por instinto, vieron a un grupo que se adentraba con cautela, alguien en especial iba adelante, ojos alerta y una mochila desgastada a la espalda. Carl, un joven de cabellos castaño y ojos azules, la primera impresión de ron era que iba a ser egoísta por las pintas que tenía aquel joven,

la líder de la comunidad, consciente de la importancia de fortalecer lazos y mantener la cohesión entre sus habitantes, encargó a Ron la tarea de socializar con el recién llegado. Con una mezcla de curiosidad y reserva, Ron se acercó a Carl mientras este exploraba el perímetro de Alexandria.

—Hola, soy Ron —saludó con una sonrisa nerviosa—. ¿Eres nuevo aquí? — Que pregunta más estúpida había echo, era obvio que ese joven como los demás eran nuevos

Carl asintió, evaluando a su interlocutor con una mezcla de cautela y esperanza.

—Sí, acabo de llegar. Mi nombre es Carl. Tú pregunta fue muy estúpida, ¿Sabes?

Ron asintió, comprendiendo el peso de la responsabilidad que le habían encomendado. Ignorando por completo lo que aquel joven que tenía pintas de engreído le había dicho, cambio su cara con una sonrisa, esa sonrisa caracterizaba a Ron. 

—Bienvenido a Alexandria, Carl. Si necesitas algo o tienes alguna pregunta, estoy aquí para ayudarte. ¡La comunidad es fuerte porque nos cuidamos mutuamente, esperamos tu ayuda como recompensa!

Carl, aun tratando de acostumbrarse al nuevo entorno, observó a Ron mientras este estaba de brazos cruzados observando a sus amigos.

—¿Dónde vamos a dormir? —preguntó Carl con una expresión neutra, no mostraba ninguna expresión "¿Es un robot este tipo?" pensó Ron para aclarar su garganta y hablar. 

Ron levantó la mirada, sus ojos encontraron los de Carl, y esbozó una sonrisa nerviosa, esos ojos azules se parecían al mar, eso era lindo ¿No?

—Tenemos espacios asignados para los recién llegados. Les mostraré dónde puedes instalarte con el grupo.

Carl no pudo evitar notar el constante bullicio en las inmediaciones. Personas intercambiando historias, niños jugando en rincones improvisados, y el zumbido constante de conversaciones llenaban el aire. La calma relativa de Alexandria se sentía extraña en comparación con la supervivencia solitaria a la que Carl se había acostumbrado.

—¿No encuentras que todo esto es un poco... ruidoso? —mencionó Carl, señalando el ajetreo que los rodeaba.

Ron ríe suavemente, reconociendo la ironía en medio de la quietud que ofrecía Alexandria.

—Sí, al principio todos sentimos lo mismo. Pero es el sonido de la vida, de la resistencia. Pronto te acostumbrarás.

 Ron guio a sus nuevos compañeros hacia el área asignada para los recién llegados. Mientras caminaban, aquel rubio les enseño el lugar. Dejo al grupo de Rick en la casa asignada y se despidió amablemente de ellos

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En una esquina tranquila de Alexandria, Carl y Rick se encontraban sentados, compartiendo la carga de sus experiencias pasadas. La conversación, aunque inevitablemente sombría, revelaba capítulos dolorosos de sus vidas en el mundo devastado por los muertos vivientes.

Apocalipsis de SentimientosWhere stories live. Discover now