I - Justo hoy (Parte 1)

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Me masajeaba el tobillo cuando Madame Agate ingresó al salón con su característico aire de soberbia, siempre con el uniforme negro impecable y un moño en el cabello tan apretado que daba dolor de tan solo verlo. Las zapatillas de punta de ballet que usaba el día de hoy eran de un azul intenso que combinaba con sus ojos, y como era su costumbre, utilizaba un maquillaje ligero. Me puse de pie rápidamente, aunque con dificultad, antes de que inicien los estiramientos, aún sentía que me ardía el tobillo por la caída de la clase pasada, pero estaba segura de que esta vez lograría el fouetté. Era un giro básico, pero muy difícil, donde se demuestra la virtud de cada bailarina, a pesar de que hace dos días solo demostré como caer con poca gracia.

Una punzada en el estómago hizo que recordara no volver a desayunar con nerviosismo, había pasado toda la mañana con retortijones, lo que era genial, estaba a poco de llegar a la talla necesaria para caber en mi nuevo traje de danza. Soy de estatura media y de complexión delgada, tengo las manos y los pies pequeños, pocas curvas y piel de marfil, básicamente mi cuerpo está hecho para el ballet. Nací para esto.

Las seis alumnas de Madame Agate somos afortunadas al poder ingresar a su clase, era la más estricta en esta academia de danza clásica, Académie Royale de Ballet, donde se habían formado las mejores bailarinas de todos los tiempos, como la señorita Bellanger, quien se apropió de la medalla de oro en el último campeonato mundial de danza. Aspiro a llegar a ese puesto dentro de muy poco.

Madame Agate fue llamándonos, una por una, para que les demostráramos el avance de nuestra rutina, haciendo solo gestos con el rostro de aprobación o de horror. No había intermedios, ni acotación, más que esa. Finalmente, me miró, invitándome al centro del aula con una mano.

-con su permiso, Madame -dije con confianza.

Alce la barbilla y me coloque en primera posición. Observe mi propio reflejo en el gran espejo que cubría la totalidad de la pared frente a mí. Me vi vigorosa, atrevida, elegante. Me vi preparada.
Estiré mi punta derecha y comencé mi coreografía con unos pas de bourré couru, alzando mis brazos a cuarta posición, suave como una pluma, bajando la barbilla con timidez y levantándola con los retiré mientras intercalaba mis brazos. Me sentía en las nubes, como si hubiera algo cálido en mi pecho que me susurraba que ese era mi lugar, mi hogar, que podía lograr todo lo que me propusiera, que era hermosa, talentosa, imparable.

En mi ensoñación, oí unas suaves risitas que me producían cierta molestia, por lo que aprovechando los giros miré rápidamente a mi alrededor. Mis compañeras parecían burlarse de mí, me apuntaban y miraban en otra dirección ocultando la risa. Decidí no prestarles atención, era más que obvio que intentaban distraerme para que fallara. Era la siguiente en la línea para ascender a Practicante de Prima Ballerina, solamente estaban celosas. Pero, fue cuando realicé un espléndido Grand Jeté que sus risas se hicieron más que evidentes. Ciertamente, me molestaba, ya que Madame Agate solo me miraba inexpresiva, la conocía, estaba probándome. Así que me anime a realizar mi último giro. Antes, realice un Port de Bras, me apoye en el dedo gordo del pie izquierdo y realice un giro Fouetté. Estaba muy feliz de que me saliera a la perfección, así que realice otro, y otro. Me mire al espejo para verme triunfar, y fue en ese instante cuando lo note. Había una mancha roja sobre mi malla blanca, floreciendo en mi entrepierna.

¿Eso era sangre? Del susto tropecé, doblándome nuevamente el tobillo.

-maldita sea -gruñí, mientras me tapaba con las manos.
Las demás soltaron las carcajadas que tenían contenidas, haciendo gestos absurdos como golpearse la rodilla, o abrazarse el estómago. Lo disfrutaban.

-¿de qué se ríen? Ayúdenme -exclame, evidentemente avergonzada, el calor encendió mis mejillas y me sudaban las manos.

Madame Agate se dirigió a mí, sin cambiar la expresión de su rostro, y me tendió una mano, que acepté amablemente. Intenté apoyar mi pie, pero un dolor se extendió por todo mi pie hasta alcanzar mi rodilla, posiblemente me lo había fracturado. Por un momento sentí que mi sueño se me escapa de las manos, la desesperación comenzó a inundar mi ser y todo empeoraba con las risas de esas...
Se escucharon dos chasquidos de dedos y el ruido cesó, era el llamado de atención más efectivo de nuestra profesora. Todas se pusieron en primera posición con rostros inexpresivo. Agate soltó mi mano, dejándome de pie a mitad del salón, y comenzó a girar lentamente a mi alrededor, examinándome.

Lágrima de Luna (Versión Wattpad) #PGP2024حيث تعيش القصص. اكتشف الآن