𝐑𝐄𝟒:𝐑 → 𝐕

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El sonido estruendoso del metal que se golpeaba contra el piso captó la atención de los agentes rápidamente. Se acercaron hacia una especie de mueble que cubría un agujero, dando entrada a otra habitación.

Leon le lanzó una mirada rápida a Hasley por encima de su hombro y se acercó al mueble.

Al apartarlo, ambos sacaron sus armas y Hasley fue la primera en adentrarse. Los martillazos provenían de un ganado que estaba cubriendo una puertita en el suelo, con dos tablas de madera y algunos clavos.

¿Sería posible que Ashley estuviera allí abajo? La pelinegra alzó su arma, pero Leon la detuvo antes de que pudiera presionar el gatillo, colocando su mano sobre la corredera y obligándola a bajarla.

La pelinegra miró a Leon con perplejidad mientras se acercaba al ganado. Él sacó un cuchillo y, con un movimiento rápido y preciso, tapó la boca del animal y hundió el metal en su carne sin causar dolor alguno. —Necesitamos cuidar las balas en caso de alguna pelea...

—Tienes razón —dijo ella, observando cómo Leon dejaba caer el cuerpo al suelo.

Leon se aproximó a una entrada oculta en el suelo. Se agachó, encorvando ligeramente su espalda, y con habilidad desmontó las tablas del piso, retirándolas sin esfuerzo.

—Yo iré primero —dijo Hasley.

Al escuchar sus palabras, Leon dirigió su mirada hacia las dilatadas pupilas de Hasley, casi invisibles en la penumbra, mientras terminaba de abrir la pequeña puerta que daba acceso al interior.

—Ten cuidado, por favor —le dijo, observando la oscuridad que envolvía aquel lugar.

—Sí, no te preocupes —respondió ella con determinación, antes de adentrarse en la negrura.

Hasley tras sentarse en el límite de la bajada, dejó colgar sus piernas y apoyó la parte baja de sus muslos en el umbral de entrada. Con sus manos, se enroscó en el soporte para mantener un agarre seguro y no permitir algún resbalón.

Cuando los pies de Hasley tocaron el suelo, flexionó las rodillas para evitar cualquier lesión. Avanzó hacia adelante y subió su linterna, mientras escuchaba el ruido que hacía Leon al descender las escaleras.

Habían tiras de madera por los suelos, algunas cajas amontonadas al final y unos barriles de aceite inflamable.

Hasley, al enfocar su mirada hacia su derecha, pudo ver un bulto envuelto de tela color café y atado con cuerdas, lo que fue suficiente para que apresurara su paso. Mientras ella desataba el bulto, con la esperanza de que se tratase de Ashley, se sorprendió al descubrir que se finalmente trataba de un hombre de cabello castaño, que gemía y se estremecía violentamente en un intento desesperado por ser liberado.

Después de haberla mirado acongojado y con el objetivo de que ella se apiadase de su suerte, le quitó la cinta de los labios de manera abrupta, dejándolos algo irritados dada la rapidez con la que se había realizado el movimiento.

—Mgh... Duele, ¿sabes?

—Parecía que querías hablar —bromeó seriamente Leon.

Hasley entrecerró los ojos y lo miró con confusión.

—Muy inteligente, señor —respondió ella, mientras Leon volvía su mirada hacia ella—. Ahora la pregunta del año. ¿Usted tendrá algo de... tabaco?

—Esas mierdas te matarán.

—Por favor, linda, no he fumado desde...

Hasley lo interrumpió, manteniendo su mirada fija en él—. Tengo gomas de mascar...

𝐒𝐓𝐎𝐑𝐌  |  𝖫𝖾𝗈𝗇 𝖪𝖾𝗇𝗇𝖾𝖽𝗒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora