El Manantial De Las Sirenas.

PRÓLOGO

Dicen que los sueños son realidades alternas, visiones del futuro, mensajes surreales del divino; Pero, para mí, solo representan los deseos más profundos que podemos tener.

Ya tenía más de una semana teniendo el mismo sueño, solo que, el final solía variar:

Estaba yo caminando por un campo, me adentraba entre los árboles y escuchaba a lo lejos el canto hermoso de una mujer. Casi como si hubiera caído en su hechizo, caminaba curiosa hasta que llegaba a un manantial, en el cual veía a la responsable de tan bellas melodías sentada en una roca, dándome la espalda.
Siempre era la misma, piel morena, con cabello tinto oscuro, cuerpo grande y bien formado, voluptuosa y con una belleza surreal.
Cuando me acercaba de poco a poco, la veía con claridad, no era una mujer, sino que se trataba de una sirena de manantial.
Parecía que me esperaba, pues, poco después de yo llegar, ella volteaba, me veía y me sonreía gentíl.
Yo la saludaba de vuelta y ella nadando se acercaba a mí.
"¿No quieres nadar un rato?" iniciaba preguntando, yo, como respuesta afirmativa, me desnudaba y entraba al agua con ella.
Conversábamos, jugábamos, hacíamos alguna que otra acción que aceleraba mi corazón y me provocaba encomendarme a Dios para no caer en pecado; al final, volvíamos a la orilla y mientras yo descansaba en tierra, ella me acariciaba la cabeza y me interpretaba las canciones más sublimes jamás hechas por el ser humano.
Era obvio, pues las entonaba una sirena.

Llegaba un punto en el que ya no la escuchaba más, todo se volvía oscuro y la incertidumbre me hacía temer.
Ya no me deleitaba con su voz, y despertaba de esa fantasía, ya que sonaba mi comienzo de otro día.